Puedes terminar de leer el articulo en la pagina origina pincha y iras directamente ala fuente de los datos

 

 

 

DESARROLLO MINERO E INDUSTRIAL, MIGRACIONES Y POBLAMIENTO EN EL ENTORNO DE PEÑARROYA (CÓRDOBA) DURANTE EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX: UNA PERSPECTIVA MICROANALÍTICA Amparo Ferrer  Rodríguez (Dpto. de Geografía Humana, Universidad de Granada) Agustín Fleta  González (Dpto. de Sociología, Universidad de Sevilla) Francisco Ramírez Gámiz (Instituto de Bachillerato, Loja-Granada) Mª Eugenia Urdiales Viedma (Dpto. Geografía Humana, Universidad de Granada) INTRODUCCIÓN Los registros de personal de las empresas, incluso parciales e incompletos, abren interesantes perspectivas al microanálisis  demográfico. En este trabajo se ofrece un avance, necesariamente provisional, de los resultados obtenidos a partir del análisis de la procedencia geográfica de los trabajadores de la Société Minière et Métallurgique de Peñarroya, complejo minero e industrial establecido en la comarca cordobesa del Alto Guadiato.1 La fuente fundamental de la investigación procede de la documentación del servicio sanitario de la empresa en la cabecera de la cuenca carbonífera: en total 103.920 partes de revisiones médicas cumplimentados entre 1902 y 1950, resultado de la suma, por un lado, de reconocimientos previos a la admisión de trabajadores y revisiones sucesivas (con muy pocas lagunas), y, por otro, de los partes de accidentes y altas médicas (con muy notables pérdidas).  En la investigación se abordarán tanto algunas de las respuestas metodológicas a la problemática suscitada por una fuente de este tipo  como los efectos del auge minero e industrial en el poblamiento de la zona y, también en la movilidad geográfica de la población. Se realizará a partir, por un lado,  del análisis de las procedencias de cohortes obreras, definidas, a la vez, por la fecha  y la edad de incorporación a la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya, entre 1902 y 1930. Por otra parte, se profundizará en el estudio transversal de algunas procedencias, especialmente interesantes (caso de Galicia, Portugal y Huelva) en base al volcado de la información, en este caso,  de los historiales correspondientes a la primera mitad de S XX. Paralelamente y con el apoyo complementario de censos de población y nomenclátores, se pondrá de relieve la diferenciación funcional inducida en el territorio y su manifestación en la estructura del poblamiento y en los desplazamientos cotidianos de sus habitantes. En base a la utilización  de dichas fuentes se  analizará, desde la segunda mitad del siglo XIX, el impacto de una gran multinacional en un territorio deprimido como era la comarca del Guadiato (donde se encuentra Peñarroya). Se trata de una zona de paso entre Extremadura y el Valle del Guadalquivir, históricamente muy conectada con la explotación minera de la que hay constancia desde época prerromana, y que se sigue manteniendo hasta la actualidad, habiendo pasado por muy distintas vicisitudes, si bien 

 

Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales. 

Universidad de Barcelona [ISSN 1138-9788] 

Nº 40, 15 de mayo de 1999.

LOS REGISTROS HOSPITALARIOS DE UNA GRAN COMPAÑIA MINERO-METALURGICA (PEÑARROYA, 1902-1950). UNA FUENTE Y ALGUNAS APLICACIONES METODOLOGICAS PARA LA HISTORIA DEL TRABAJO

Arón Cohen 



Resumen

Los registros de personal de empresas encierran un arsenal de posibilidades para una historia social de la industria con grandes retos pendientes en España. Documentación médica de la Société Minière et Métallurgique de Peñarroya suministra información masiva sobre los obreros de la empresa francesa en la comarca minero-industrial con centro en ese núcleo cordobés. La reconstrucción de unos 3.000 historiales clínico-laborales y la introducción de la perspectiva generacional dan paso al análisis de la vida laboral y de sus interrupciones por accidentes del trabajo. El artículo explica las opciones y pasos seguidos para la reconstrucción.

Hospital records from a leading mining and metallurgical company (Peñarroya, 1902-1950).  A source and some methodological applications for history of labour.

Abstract

Companies workers'records involve a lot of possibilities for a Spanish social history of industry that still has great challenges ahead. Medical documentation from theSociété Minière et Métalllurgique de Peñarroya provides massive information on the French company workers in the mining-industrial area around that Cordovan center. The recontruction of some 3.000 clinical-work stories and generations approach lead to quantitative analysis of labour life and its interruptions by occupational hazards. The paper explains the options and steps followed in order to the reconstruction. 




Entre la historia económica -expuesta, como todos, a coyunturas intelectuales desigualmente fecundas- y una historia del movimiento obrero sometida desde hace años a "un proceso de hipercrítica" (Uría, 1997), la historia social de la industria en España ha sido relegada largamente a la posición de una discretísima "Cenicienta". La organización del trabajo, su evolución y sus condicionantes; los modos y niveles de remuneración; la nueva dimensión de lo cotidiano en el ámbito de la producción (fábrica o tajo), en su amplia gama de manifestaciones, y la inducida por este a su alrededor...: las carencias, realzadas por el contraste con las enseñanzas de la historiografía anglosajona (Casanova, 1991), han llamado la atención tanto de significados especialistas de la historia económica como de animadores de la menos hecha aunque activa historia social(1).

El mundo de la mina y, allí donde existió, del sector transformador a ella asociado no escapa a una reflexión del mismo género. Autor de una exhaustiva tesis sobre la historia económica minera de España en el siglo XIX y comienzos del XX, Gérard Chastagnaret afirmaba, en 1985, que su historia social estaba, en gran medida, "por escribir". Ciñéndonos, en particular, a la mitad Sur peninsular -más concretamente a Ciudad Real, Murcia y casi todos los principales cotos andaluces-, es obligado señalar la importante proliferación de publicaciones producida a lo largo de las dos últimas décadas. Junto a las síntesis (Nadal, 1981/1992; 1984/1992; Tedde, 1981), una pléyade de monografías(2) ha profundizado en muchos de los vacíos. En general, sigue siendo cierto, sin embargo, que sabemos más de algunos determinantes de las magnitudes de la extracción, de las estructuras financieras, comerciales y técnicas del negocio minero y de sus variaciones según ramos y distritos que de sus condiciones e impactos sociales y de sus manifestaciones en el espacio y el tiempo.

No faltan exponentes de la contribución que los estudios demográficos pueden prestar al desarrollo de esa historia social. Sobre todo cuando no les alienta la menor pretensión exclusivista, tan cercana siempre de las formulaciones pandemográficas (Dupâquier, 1992). El estudio de hechos masivos, en serie, con toda la precisión estadística posible, no se puede aplicar igualmente a todos los retos planteados, pero es un apoyo inestimable para pensar la industria como fenómeno social(3). Por otra parte, la historia de empresas, que se ha hecho con un importante espacio en la historiografía europea reciente(4), ha dedicado mucha más atención a los destinos de firmas concretas y de sus dirigentes que a las condiciones sociales de los procesos productivos que aquellas albergaron: ha sido, sobre todo, historiaempresarial, sin que la expresión implique juicio de valor alguno. El encuentro defendido desde algunas tribunas entre historia de empresas e historia social promete superar bloqueos(5). La demografía histórica, desde muy diversas vertientes, aprovechando el material de base que constituyen los registros de personal, puede tender puentes para esa aproximación.

Este texto aborda algunos aspectos metodológicos del estudio microanalítico que estamos aplicando a una fuente de este tipo.

Archivos de empresa e historia social: contextualizar el observatorio

Sospechar una enorme desproporción entre las posibilidades que encierra la documentación sobre personal de muchísimas empresas y el uso que hasta ahora se ha hecho de ella en España no es, sin duda, aventurado. No faltan motivos para explicarlo: dificultades de acceso a veces insalvables y, cuando no, descubrimientosque pueden surtir efectos disuasivos: dispersión geográfica; cuantiosas pérdidas; conservación de los fondos que remontan más allá de los 50 años de antigüedad al albur de los cambios de titularidad de las empresas, las necesidades de espacio y la proximidad de alguna personalidad sensible; desorden. Un mínimo cálculo del tiempo y los costes de la explotación corre el riesgo de acabar de desanimar al investigador afortunado, pero, desgraciadamente, no es siempre prescindible(6).

Hace ya casi nueve años que iniciamos, con un equipo del Departamento de Geografía Humana de Granada, la recogida de datos y explotación de distintos registros de personal de la Société Minière et Métallurgique de Peñarroya(7). Una serie de circunstancias fueron concentrando la investigación en lo que en el proyecto inicial era un campo importante, pero no el único previsto: los fondos del Servicio de Hospital de la empresa en Peñarroya (1902-1950), núcleo-cabecera del norte minero-industrial cordobés, donde la gran compañía francesa movilizó a una mano de obra que, a lo largo de la primera mitad del novecientos, rara vez bajó de los 5-6.000 obreros y superó en 1918-1919 los 10.000(8). La minería del carbón es la actividad dominante, pero muchos estaban ocupados en las más propiamente industriales de la empresa: fundiciones de plomo y zinc y planta de productos químicos (ácido sulfúrico y superfosfatos), sin olvidar las dependencias anejas: talleres, almacén, ferrocarril, central eléctrica y otras relacionadas con las necesidades del consumo de la población obrera (fábricas de harina, aceite y textil). Por lo menos hasta la guerra civil, el hospital de Peñarroya hizo además las veces de dirección principal de todos los servicios médicos de la empresa, manteniendo una activa correspondencia, que se prolonga años después, con los dispuestos junto a sus explotaciones (y fundiciones) en las provincias de Badajoz (Azuaga), Ciudad Real (El Horcajo, San Quintín, Puertollano), Jaén (Linares, La Carolina), Granada (Sierra Lújar), Murcia (Cartagena) y algún centro de la minería metálica en la propia provincia de Córdoba (Villanueva del Duque)(9).

La base principal de esta documentación se circunscribe a los obreros de minas, fábricas y anejos de las proximidades de Peñarroya. Se compone de tres series de reconocimientos médicos del personal: una de boletines previos a la admisión y revisiones (reconocimientos de carácter "general"), otra de avisos de accidente y una tercera de partes de alta. La primera y la última se hallan reunidas en legajos y libros. No así la segunda, formada por montones que a veces hemos tenido que recomponer a partir de ejemplares dispersos; de ahí sus grandes lagunas. Los boletines constituyen la serie más completa: entre marzo de 1904, cuando la empresa implanta la práctica del reconocimiento sistemático del personal obrero, y diciembre de 1950, sólo no hemos podido localizar los tomos de 1921 y casi todo 1927 y nos faltan también los de otros 11 meses repartidos entre cinco años. En cambio, de los libros de altas sólo disponemos a partir de 1928, aparte de algunos tomos sueltos anteriores. Los primeros avisos de accidente son de 1902, pero la recuperación realizada utilizando ambas colecciones no ha podido conseguir más que una serie muy fragmentaria en la que han quedado considerables vacíos, completos o casi (sobre todo 1906-1909, 1918-1921, 1923-1927(10)). El interés de recuperar cuanto fuera posible de estas hojillas era doble: 1º) su información es la que luego se vertía a los libros de altas, completándose así parte de lo perdido para el período anterior a 1928, y 2º) incluyen algún dato que no figura en aquellos libros, señaladamente, a partir de 1915, el importe del jornal asignado al obrero, a efectos de la indemnización por incapacidad temporal prevista por la Ley de Accidentes del Trabajo. Algunos "avisos" están acompañados de diversa correspondencia con información adicional sobre circunstancias y consecuencias de los accidentes o indicencias surgidas en su tratamiento.

En una investigación que descansa en una prolongada recogida de información, seguida de una no menos pesada labor de homogeneización, necesaria para el proceso informático que, a su vez, pasa por la puesta a punto de rutinas adaptadas a los objetivos que van sucediéndose, es difícil que se pueda mantener un ritmo constante de dedicación. El desarrollo, como en las minas, se ha venido produciendo por avances. El lector interesado hallará intercaladas en el texto y en la bibliografía las referencias de publicaciones anteriores que le informarán más extensamente de aspectos del trabajo que aquí se señalan muy escuetamente.

CUADRO 1 
RECONOCIMIENTOS MEDICOS EN EL HOSPITAL DE PEÑARROYA DE LA S.M.M.P.

Año

Generales

Por accidente (*)

1902

0

1178

1903

0

1270

1904

1435

1033

1905

979

1291

1906

937

 

1907

1007

 

1908

1721

 

1909

1252

 

1910

1333

1202

1911

1199

1067

1912

1570

1116

1913

1964

1131

1914

1515

 

1915

1808

 

1916

3526

1814

1917

3327

1811

1918

1610

 

1919

1514

 

1920

1836

 

1921

-

 

1922

1592

1579

1923

1824

 

1924

2518

 

1925

1473

 

1926

1288

 

1927

-

 

1928

811

959

1929

1115

1076

1930

1039

1352

1931

690

1370

1932

1026

1009

1933

744

1154

1934

911

1559

1935

896

1354

1936

1677

883

1937

1947

746

1938

885

745

1939

2032

846

1940

971

715

1941

1471

1011

1942

1694

 

1943

1547

 

1944

873

910

1945

1250

877

1946

1982

 

1947

608

 

1948

2073

969

1949

777

 

1950

521

 

 

 

 

total

64916

39131 (*)

Fuente: Archivo Hospital Peñarroya (AHP). Elaboración propia.

(*) Fusión de las series de avisos y altas. Sólo se incluyen en el cuadro los años que están completos, aunque en el total se han adicionado también los incompletos, que suman 7.104 partes repartidos entre 14 años.

La magnitud de las cifras, y concretamente de las de accidentados, resalta cuando se las compara, por ejemplo, con los "estados de heridos" del hospital minero de Almadén en la segunda mitad del siglo XIX(11), y, desde luego, supera con creces a las (de los mismos años) de "desgracias ocurridas en las minas y fábricas de labor" de la provincia de Córdoba de la Estadística Minera: excepcionalmente, ésta se acerca hasta el 90% de la estadística de accidentados de Peñarroya en 1910, pero lo normal, hasta 1919(12), es que sus cifras no pasen de la mitad de las de aquélla(13), confirmando lo que al Dr. León y Castro (1904), pionero e impulsor en la cuenca del Guadiato de una medicina minera(14), dictaba su experiencia: que los "datos (sobre accidentes de la Estadística Minera) no son completos ni verdaderos a pesar de ser verdad oficial". Pero muy relativizada por los comentarios de los propios ingenieros jefes de más de un distrito minero. La mayor parte de los ingresos en el hospital de la compañía francesa se prolongaban poco más allá de las primeras curas, a lo sumo un corto número de días, comprometiéndose el paciente a realizar las visitas periódicas que se le señalaran hasta la prescripción del alta (visitas que, salvo recidiva o complicaciones después de la reincorporación al trabajo, no sumaban nuevos "avisos"). En casos de imposibilidad los médicos podían girar visitas a domicilio. Pero los partes llamados de "entrada y salida", que no generaban baja laboral por accidente(15), no llegaban al 10% de la estadística formada con "avisos" y "altas" y, de otro lado, ésta no incluye todos los percances sufridos por los obreros en el trabajo, puesto que los más leves eran atendidos por los practicantes en los botiquines de las propias unidades de producción y no pasaban al hospital ni constaban en sus registros.

En cuanto a los exámenes médicos que hemos llamado generales, se integraban en el procedimiento de admisión y evaluación de los trabajadores. En principio, desde 1904, ningún obrero podía ser empleado sin devolver, debidamente cumplimentado por un médico de Peñarroya, el boletín de reconocimiento que previamente le había suministrado el departamento de la empresa que lo tomara. Al sistema, como tal, no le faltaban resquicios, como en seguida comprobaremos, pero, procedimientos al margen, la exhaustividad con la que esta fuente abarca al personal obrero deja poco lugar a dudas.

La serie "general" se ha vaciado en fichas con un total de 27 "campos" de información, mientras que la refundida de "avisos" y altas por accidente se ha recogido en otras con 23 apartados. En lo esencial, cabe distinguir los de la filiación del trabajador, domicilio, actividad y categoría laboral y los específicos de cada tipo de documento, descripción de las lesiones en los partes de accidente y, en los boletines, observaciones que el mismo formulario orienta en cuatro direcciones: "incapacidades" (definidas legalmente a partir de 1903), "constitución", "enfermedades crónicas u otras" y "etcétera", todo ello para motivar un juicio del médico sobre la utilidad del obrero o, en su caso, las reservas que opone. Se ha sugerido en otro lugar una explicación a la discreción cada vez mayor de estas observaciones después de 1920 (Cohen y Fleta, 1995).

Una documentación de estas características, generalmente monótona, reiterativa, pero de tal masividad, invita a los análisis estadísticos: desde luego el de algunos de los más importantes riesgos del trabajo, pero también de las características sociodemográficas de la mano de obra, de su movilidad geográfica y laboral, remuneración...; y, si nos atrevemos con la aproximación longitudinal, a la reconstrucción de itinerarios obreros jalonados por los distintos tipos de información disponible que puede llegar hasta la de grupos familiares de trabajadores. Pero, más allá de la estadística, la documentación nos ilustra sobre el funcionamiento de una estructura: es un observatorio desde el lugar de producción, inscrito en las relaciones entre capital y trabajo en un contexto (empresarial, sectorial, histórico-geográfico) concreto. Esa es su virtud, en la medida que permite profundizar en uno de los casos típicos, complemento necesario del enfoque institucional dominante en el estudio de las relaciones entre trabajo y salud; y es también su limitación. Las actuaciones de los médicos de empresa, empleados de Peñarroya, tienen que ver con la gestión del trabajo en su faceta médico-patronal: con los modos empleados por Peñarroya para resolver su responsabilidad jurídica por ciertos aspectos (codificados) de la salud de sus obreros(16).

La Ley de Accidentes del Trabajo de 1900 consagró en España las nuevas categorías "riesgo profesional" y "responsabilidad patronal". En adelante "los daños sufridos por los obreros (con ocasión o por consecuencia del trabajo) deben integrarse en los gastos generales de la producción, del mismo modo que el desgaste y la destrucción de material"(17). Por muy teórica y limitada que fuera (Mattei, 1976), esa nueva "responsabilidad" era contemplada en medios patronales como una distorsión de los criterios paternalistas que regían el orden interno de la empresa, basados en medidas graciables, administradas según las circunstancias discrecionalmente apreciadas por los agentes patronales en el trabajador. Tampoco dejaba indiferentes a los grandes inversores foráneos que contaron siempre con los bajos costes relativos del trabajo (Fontana, 1987) entre los alicientes que les decidieron a interesarse por las riquezas del subsuelo español(18).

Las funciones de los servicios médicos de empresa son varias: naturalmente, una tarea central es la atención a los lesionados en el trabajo. Más secundaria -a lo largo del período del estudio- es su acción preventiva, no porque falten testimonios en la documentación consultada de diagnósticos que tengan ese cariz, sino por la modestia aparente de sus efectos. Otra prevención consustancial a numerosísimos dictámenes médicos es la de los costes que podían derivarse para la empresa por eventuales reclamaciones en virtud de la legislación de accidentes del trabajo. La serie de reconocimientos generales pone claramente al descubierto una función de selección-evaluación, junto a otra de identificación (verificación de identidad) de los obreros (Cohen, 1993; Cohen y Fleta, 1995). Los criterios legales y económicos se integran con los propiamente médicos como constituyentes plenos del acto de reconocimiento y de su resultado. Este toma también buena nota de las circunstancias: las del obrero (antecedentes personales -en un sentido bastante amplio- y, a veces, familiares; intenciones manifestadas o sospechadas) y las generales (coyuntura del mercado que dicta las necesidades cambiantes de mano de obra; coyuntura política)(19). No hay que sorprenderse si las tensiones entre obreros y médicos no estaban excluidas y afloran de vez en cuando en la documentación.

El enfoque longitudinal: historiales médicos y generaciones obreras

Los historiales médicos de los obreros son un producto (intermedio) de la investigación; no existen como tales en la documentación utilizada. Había queconstruirlos a partir de la información transversal almacenada en los ficheros de reconocimientos (generales y por accidentes). Los escollos que se presentan son, por ello, esencialmente, los comunes a las reconstrucciones basadas en el método nominativo (Chacón y García González, 1992(20)). El "efecto perturbador"congénito de las migraciones debe asumirse en un estudio que es necesariamente monográfico.

Lo que aquí presentamos es una reconstrucción parcial, efectuada a partir de las fichas relativas a accidentes que incluyen el dato "jornal" y buscando todas las relaciones (reconocimientos generales y accidentes) correspondientes a un mismo obrero. Se ha dicho ya que este dato se hace constar en los "avisos" desde 1915: las relaciones se han establecido, pues, hacia atrás (hasta 1902) y hacia adelante (hasta 1950). Un defecto de homogeneización retrasó la incorporación de las altas tras accidente de 1940 y 1942-1950 al fichero de accidentes, impidiendo su inclusión en la recuperación hasta ahora realizada. Los volantes con jornal suman 17.803, casi en su totalidad comprendidos entre 1915 y 1941, con las importantes lagunas previamente indicadas. A pesar de estas dos mutilaciones de partida, la reconstrucción efectuada con los obreros cuyo primer apellido está comprendido entre las iniciales A y G (incompleta), que es la muestra aquí utilizada, ha aprovechado más de la mitad de las fichas que abarca este segmento: de un total de 33.000 revisadas ha retenido 17.446 (un 18% del universo final de la operación) e identificado 2.971 historiales (obreros), lo que supone un promedio muy cercano a las 6 relaciones por obrero, con una mediana de 5. De ellas, cerca de 3 corresponden a partes de accidente (mediana= 2), 2 con información sobre el jornal (mediana 1).

CUADRO 2 
HISTORIALES MEDICOS RECONSTRUIDOS, SEGUN EL NUMERO DE REGISTROS POR OBRERO (*)

Registros

Historiales

%

% acumulado

1

227

7.6

7.6

2-abr

1158

38.9

46.5

5-oct

1216

40.9

87.4

nov-20

334

11.3

98.7

21-34

36

1.3

100

 Fuente: AHP. Elaboración propia.

(*)Como en las tablas siguientes, sólo apellidos entre la A y la G y excluidos los partes de accidente de 1940 y 1942-1950.

Entre los historiales reconstruidos, se seleccionó una cohorte con los abiertos antes de 1911 a una edad inferior a 16 años (C1) en la que entraron 118 obreros. Estos forman el primer grupo de generaciones de obreros de Peñarroya en la zona que podemos seguir muy ampliamente a través de la documentación. Aun en los casos más sospechosos(21), se tomó como edad inicial la que constaba en el documento primero del historial (62% de los de la cohorte) o, en su defecto, la estimada a partir de las que aparecen en los reconocimientos sucesivos realizados al obrero. Los resultados por el momento alcanzados -provisionales hasta la completa explotación de la base de datos- se refieren todos a este grupo generacional. La consideración de un segundo grupo, el de los detectados por primera vez entre 1911 y 1920 con hasta 16 años (en este caso, inclusive), abrirá otra interesante perspectiva comparada, además de reforzar la base empírica del trabajo: en la muestra reconstruida, los historiales de esta segunda cohorte que permanecen en observación en 1936 duplican por sí solos los efectivos totales de la primera.

CUADRO 3 
CARACTERISTICAS BASICAS DE LA COHORTE DE OBREROS C1 (HISTORIALES ABIERTOS ANTES DE 1911 A EDAD <16 AÑOS)

3.1 HISTORIALES DE C1 SEGUN SU DURACION Y PROMEDIO DE RELACIONES

Historiales

%

Media registros

Media accidentes

Media accidentes con jornal

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin condición de permanencia (C1A) (*)

36

30.5

7.2

4.2

2.0

 

Permanecen en 1925 (C1B) (**)

82

69.5

10.7

5.6

3.1

 

Permanecen en 1936 (C1C) (**)

45

38.1

11.6

6.1

3.6

 

Permanecen en 1945 (C1D) (**)

18

15.3

13.5

6.6

3.8

 

Total cohorte C1

118

100

9.7

5.2

2.8

 

Total historiales reconstruidos

2971

 

5.9

2.8

2.1

 

 

3.2 DISTRIBUCION DE LOS HISTORIALES DE C1 SEGUN EL AÑO DE INICIO (%)

Año

C1A

C1B

Total C1

 

 

 

 

1902

5.6

12.2

10.2

1903

13.9

8.5

10.2

1904

8.3

17.1

14.4

1905

0

12.2

8.5

1906

2.8

9.7

7.6

1907

13.9

4.9

7.6

1908

8.3

14.6

12.7

1909

22.2

12.2

15.2

1910

25.0

8.5

13.6

1902-1910

100

100

100

Fuente: AHP. Elaboración propia.

(*) Al haber activado el programa de reconstrucción desde los partes de accidente que incluyen el jornal, debe entenderse, en realidad, "que permanecen en observación en 1915".

(**) Los efectivos C1C y C1D proceden de descomposiciones sucesivas de C1B.

Como era de esperar, los promedios conseguidos con la cohorte seleccionada mejoran casi siempre los de la muestra de historiales reconstruida(22): son los obreros detectados a las edades más tempranas en el tramo inicial de la fuente y, al mismo tiempo, la rutina de búsqueda aplicada, al exigir la presencia de al menos una mención del dato "jornal", supone, en la práctica, la existencia, siempre, de un requisito de permanencia en la definición del grupo generacional, que continúaíntegramente en observación como mínimo hasta 1915. El cuadro 3.2 muestra una clara concentración de los elementos más volátiles de nuestra selección (la subcohorte C1A) entre los historiales de apertura más tardía: casi la mitad en 1909 y 1910, lo que, de todas formas, garantiza a priori para éllos una presencia en la documentación de al menos 5 o 6 años. Pero casi un 70% de los historiales de la cohorte formada siguen abiertos en 1925 y poco menos de 2 de cada 5 lo están en 1936(23). La opción escogida sesga la cohorte resultante hacia los obreros con mayor permanencia en la empresa o, al menos, en sus departamentos con centro en Peñarroya(24). Así, con los obreros más móviles, se pierden también discapacitados y fallecidos precoces, incluidos los provocados por los trabajos en la Sociedad: entre otras, las 11 víctimas mortales de una explosión de grisú en la mina "Santa Elisa" en 1909. Es ésta una consecuencia que no debe perderse de vista: el estudio generacional en las condiciones actuales de la muestra debe tomarse como un revelador de una parte, importante sin duda, de las trayectorias obreras, seguidas desde el observatorio médico-patronal a partir de un número bastante considerable de jalones. Lo será más incompleto de la exposición de los obreros a los riesgos del trabajo en todas sus vertientes: intensidad, frecuencia, calendario y consecuencias(25). Esta limitación desaparecerá, en lo que depende de la rutina de búsqueda, una vez eliminado el requisito previo del conocimiento de algún jornal en la confección de los historiales, un dato que hemos querido asegurar en este intento.

De otro lado, tampoco puede establecerse una equivalencia automática entre mayor permanencia del obrero y permanencia ininterrumpida en la empresa durante el período que abarca desde la primera hasta su última aparición en las colecciones de reconocimientos médicos. La mayor parte de los historiales están salpicados de más o menos largos intervalos sin información, sin que pueda dilucidarse, al menos sin la ayuda de otra documentación de la que no hemos dispuesto, cuándo son enteramente imputables a la irregularidad con la que se suceden los distintos actos médicos(26) y cuándo y en qué medida se deben a la movilidad geográfica del obrero, es decir, a una "salida de observación" provisional. Para todo el grupo C1 el tiempo máximo consecutivo sin pistas en la documentación es, en promedio, de 135 meses, aunque para la mitad de los historiales no supera los 120. Las cifras son de poco menos de 72 meses como media en el subgrupo C1A y de 162 en el C1B, con medianas de 65 y 146 meses, respectivamente.

Sólo el 62% de los historiales de C1 se inician por un reconocimiento "general" (72% de los de C1A y 57% de los de C1B), conforme a la práctica instituída que recogerá el Reglamento de Peñarroya. Los demás se abren con la información de un accidente. Habida cuenta del desfase de dos años apuntado en el inicio de ambas colecciones y de los defectos nunca descartables en la reconstrucción, el hecho no puede atribuirse por entero a los resquicios antes aludidos del sistema de admisión. Aunque desde luego existen(27): de uno de los obreros de C1B no hay constancia de ningún reconocimiento general... entre 1903 y 1935, y no es un caso mal documentado pues suma diez por accidente en el mismo período. Lo mismo sucede con 5 de los obreros de C1A: el de más permanencia, entre 1902 y 1917, y el de menos, de 1910 a 1915. De todas formas, estos 6 casos suponen el 5% de los efectivos de la cohorte. Más significativos son los cerca de 10 años que transcurren en promedio entre la primera presencia detectada y el primer "boletín" de reconocimiento, para el 38% de historiales empezados por un parte de accidente, en este caso con muy escasas diferencias entre C1A y C1B. En el total de casi 3.000 historiales reconstruidos, la proporción de los que incurren en esta situación oscila, para los años bien equipados en las dos series de documentos, entre el 4 (1937) y el 54% (1928), y si nos limitamos a los inaugurados en edad juvenil (menos de 18 años), entre los altos porcentajes que encontramos no sólo en los años que están completamente documentados del primer decenio del siglo (83% en 1905), sino en algunos del decenio siguiente (57% en 1911 y 50% en 1917), y los situados generalmente, después, por debajo del 20% (0 en 1930, 1934 y 1936).

Señalemos, por último, que los análisis diferenciados de los historiales en función de los distintos tipos profesionales de los obreros (por ejemplo, el de los riesgos específicos de las distintas actividades) deben dejarse para otra etapa de la investigación. El cuadro 4 ofrece dos aproximaciones a éstos para el grupo C1, una atendiendo a la actividad dominante de cada obrero y otra computando todas las presencias en los principales ramos de actividad de la empresa en la zona. La designación de una actividad como dominante se ha establecido atendiendo primordialmente al tiempo durante el cual se ha desempeñado (la de más larga permanencia en cada historial), según se desprende de la información de nuestra fuente, y, secundariamente, a los oficios o "cargos" ocupados por los obreros. Estos se expresan por términos no siempre exentos de ambivalencia: en el servicio de "Talleres", por ejemplo, coinciden funciones de mecánico ("ajustador", "mecánico-ajustador", "calderero"...) con otras que también se podrían clasificar como de metalúrgico ("herrero", "forjador"). No obstante, en el seno de cada trayectoria reconstruida se reúnen los suficientes indicios para una asignación que reduce mucho el margen de discrecionalidad de las decisiones adoptadas.

CUADRO 4 
PERFIL PROFESIONAL DE LOS OBREROS DE LA COHORTE C1 (SECTOR DE ACTIVIDAD) 
4.1 ACTIVIDAD DOMINANTE

Dominante

C1A

 

C1B

 

Total C1

 

 

obreros

%

obreros

%

obreros

%

 

 

 

 

 

 

 

Minero

11

30.6

32

39.0

43

36.4

Obrero industrial

4

11,1

21

25,6

25

21,2

de los cuales(*)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-metalúrgico

3

8,3

15

18,3

18

15,2

-ind.química

1

2,8

1

1,2

2

1,7

Mecánico/electricista

11

30,6

13

15,8

24

20,3

Ferroviario

1

2,8

9

11

10

8,5

Sin dominante aparente

7

19,4

6

7,3

13

11

Otros

2

5,5

1

1,2

3

2,5

Total

36

100

82

100

118

100

 

4.2 PRESENCIA EN LOS PRINCIPALES CAMPOS DE ACTIVIDAD

Actividad

C1A

 

C1B

 

Total C1

 

 

obreros

%

obreros

%

obreros

%

Minería

24

66,7

65

79,3

89

75,4

 

 

 

 

 

 

 

Industria de los cuales

20

55,6

52

63,4

72

61

metalúrgica

13

36,1

40

48,8

53

44

química

5

13,9

10

12,2

15

12

 

 

 

 

 

 

 

Talleres/central

15

41,7

23

28

38

32,2

Ferrocarriles/transporte

2

5,6

10

12,2

12

10,2

Fuente: AHP. Elaboración propia.

(*) Se incluyen en el cómputo total del ramo otras dependencias (fabricación de briquetas, hornos de cok, textil). Se ha excluido también del desglose algún caso de obrero con pasos sucesivos por las fundiciones y la fábrica de productos químicos, sin que pueda destacarse una dominante entre ellas.

La única opción de análisis posible por ahora supone operar con una cohorte donde los mineros, siendo los más numerosos, no llegan al 40% de sus efectivos, ateniéndonos a la actividad dominante, aunque los mecánicos, otro 20%, se integraban esencialmente en el contingente "de exterior" o superficie. Sin embargo, si se considera el conjunto de los servicios de la empresa por los que pasa cada obrero a lo largo de su vida laboral, la minería entra como fase en tres cuartas partes de las trayectorias, frente a los 3/5 con una etapa industrial y el 50%, en concreto, en la metalurgia. Se puede, pues, concluir que la cohorte que estudiamos corresponde a un perfil básicamente minero-metalúrgico y preferentemente minero, aunque en una muy notable proporción de los casos (poco menos de la mitad si se adopta la definición más estrecha) estos campos no cubren toda la vida laboral de los obreros en la empresa.

Por lo demás, hay otros dos elementos que conviene destacar de la lectura del cuadro: 1º) la especificidad de los obreros ferroviarios, patente tanto en la casi exacta correspondencia entre las estadísticas respectivas de obreros con presencia y con dedicación exclusiva o dominante al sector, como en su escasísima representación en el subgrupo C1A: estos trabajadores se caracterizan por su muy acusada permanencia en la empresa. 2º) Todo lo contrario ocurre con mecánicos y electricistas, tan numerosos dentro del subgrupo C1A como los propios mineros y, en términos relativos, doblemente representados que en C1B. Esta acentuada inestabilidad (casi la mitad de los efectivos de la cohorte que siguen esta especialización desaparecen del horizonte de observación antes de 1925) podría responder a distintas razones: de un lado, el personal "de exterior" era, en general, el peor pagado y debió sufrir intensamente la merma pasadas las vacas gordas de la Primera Guerra Mundial(28); pero, de otro, para algunos la minería pudo ser el sector relais que fue el de las obras públicas en otros contextos (Barjot, 1996).

El cierre de los historiales: la duración de la vida laboral

Si en un aspecto importante hemos tenido que alejarnos de las reglas de las reconstrucciones al uso en la demografía histórica basadas en información nominativa es, sobre todo, en lo concerniente al cierre de los historiales. En sentido estricto, podría decirse que el problema se ha obviado. El recurso -hasta aquí excluido de los planes del proyecto- a los registros civiles, al menos en los principales núcleos de población de la comarca, aportaría, sin duda, complementos de información interesantes, por ejemplo en las partidas de defunción. Pero, pérdidas de pistas por migración al margen, éstas servirían más para aproximarnos a la esperanza de vida de los obreros (aspecto crucial) que a su vida laboral y, con más razón, a la parte de ésta cumplida en los trabajos de Peñarroya. La información (fragmentaria) que hemos podido manejar sobre obreros jubilados por razón de edad, enfermedad o incapacidad se cifra en unos 2.000 casos, entre los que se intercalan los de trabajadores de la comarca cordobesa con los de otros centros de producción de la empresa, y las tres cuartas partes de ellos corresponden a los años 20, demasiado pronto para las necesidades de nuestro estudio; lo que no ha impedido localizar a uno de los integrantes de C1 en una relación de jubilados de 1925 "a causa de su avanzada edad y estado físico". Tenía entonces 38 años. Otro de los historiales de esta cohorte "se cierra" con un reconocimiento en 1947 en el que el médico juzga escuetamente al obrero, de 57 años, "no apto para el trabajo"(29). La paciente y precisa labor de identificación y cuantificación de las víctimas de la guerra civil y de la represión de posguerra en la provincia de Córdoba llevada a cabo por F. Moreno (1985; 1987) permite dar con los nombres de otros dos miembros de la cohorte(30): uno, plenamente confirmado, es el de un obrero cuyo historial se inicia en 1905, fusilado el 22/02/1940 en Peñarroya-Pueblonuevo. El otro corresponde a uno de los responsables locales del PSOE de Fuenteobejuna antes de la guerra, fusilado también en Peñarroya el 25/05/1940, aunque subsisten dudas de que se trate de un hermano... lo que tampoco dejaría de traer consecuencias en la trayectoria laboral del implicado, a juzgar por lo que refleja, de modo más general, la documentación consultada.

Estadísticamente, no hay que extrañarse de que ninguno de los obreros de C1 se halle entre las víctimas mortales de siniestros laborales detectadas en el conjunto de los historiales reconstruidos. Seguras son 14, excluido, naturalmente, un fallecido con 21 años (22/07/1938) "a consecuencia del bombardeo de la aviación roja", pero no otro, con 52 años, en cuya papelilla de accidente el médico diagnosticó "fractura conminuta y abierta de tibia y peroné", consignando a continuación la muerte del obrero "a consecuencia de una enfermedad que ignoramos pero por completo ajena a accidente de trabajo. Era muy bebedor. Murió de repente" (10/08/1935). Hay que decir que sólo estas 14 historias suponen cerca del 5 por 1.000 de la muestra y llegarían al 6 si les sumamos otras 4 dudosas, lo que supone una frecuencia que se sitúa en el nivel de las más altas que se conocen en minas lorenas entre 1910 y 1914 (del 2 al 5 por 1.000: Gordon, 1996), a pesar de lo cual ni mucho menos pueden considerarse como una medida válida del riesgo real de muerte, dadas las carencias de la serie de bajas. Significativamente, 12 de los casos encontrados se produjeron entre 1931 y 1941, precisamente cuando contamos con los datos más completos. Las edades media y mediana de los difuntos rondan los 36 años, entre un mínimo de 15 y un máximo de 52. El más joven fue víctima de "quemaduras por ácido en cara, brazos, manos y vías respiratorias y grave intoxicación". Junto a una "asfixia por compresión" y al singular diagnóstico de 1935 antes transcrito, son las excepciones en un grupo netamente dominado por los politraumatismos que afectan a cráneo y/o columna.

En nuestro intento se trata simplemente de asegurar el seguimiento íntegro o de una parte muy sustancial de la vida laboral del obrero por la adopción de un período de observación suficientemente amplio. Las generaciones C1 son las que mejor se adaptan a esta condición. Una anterior aproximación transversal a los reconocimientos médicos que apuntan al exceso de edad y la pérdida de fuerzas como causa de inaptitud para el trabajo comprobó que correspondían a trabajadores cuya edad media iba de los 59,5 años en el período 1911-1920 a los 52 de 1937-1950. Asimismo, las edades de los "jubilados" antes aludidos arrojan un promedio cercano a los 53 años y una mediana de 55 y, para los mismos casos, la variable "antigüedad en el servicio" (de significado ambiguo) produce valores centrales en torno a 28,5 años(31). Estos resultados no están muy lejos de los que garantizan nuestros subgrupos con mayor permanencia en observación (C1D y C1C), pero los parámetros del efectivo C1B parecen también satisfactoriamente representativos, según se desprende del cuadro 5:

CUADRO 5 
EDADES MEDIAS DE ENTRADA Y SALIDA DE OBSERVACION (EN AÑOS)

Historiales

Entrada

Salida

Años de observación (*)

C!A

14,36

25,97

12,25

C1B

14,05

45,51

32,02

C1C

14,07

49,73

36,22

C1D

14,06

55,17

41,61

Total cohorte C1

14,14

39,55

25,99

Total historiales reconstruidos

 

 

12,81

Fuente: AHP. Elaboración propia.

(*) Deducidos directamente de las fechas de entrada y salida. De ahí las pequeñas diferencias respecto del cálculo que se hiciera a partir de las edades de entrada y salida que son (o se basan en) edades declaradas por los obreros.

Los promedios están influidos por las declaraciones falsas relativas a la edad. Estas son aparentemente bastante frecuentes y, evidentemente, al alza en los primeros tramos de la vida laboral y en sentido contrario en los obreros maduros. Teóricamente, a lo largo de todo el período abarcado ningún muchacho podía ser admitido al trabajo sin haber cumplido los 14 años, ya fuera en calidad de pinche en las minas o de chico en fundiciones y hornos. Es el mismo umbral que recogió el Reglamento de régimen interno de 1942(32). Teóricamente: en C1 hay cinco historiales que se inician a edades (deducidas) inferiores a los 11 años, todos entre 1902 y 1905. El menor de todos, bien establecido, con 7 años y se abre con una papeleta de accidente a raíz de la "intensa contusión" en una pierna sufrida por el niño cuando trabajaba en la fundición de plomo, en 1903. Hemos explicado en otro lugar (Cohen, 1993) que las observaciones anotadas en los boletines de reconocimiento reflejan los límites de la función del médico de empresa frente a las fuerzas que sostienen la práctica social(33). Generalmente constatan la "falta de desarrollo físico para el trabajo", la "falta" de edad sospechada -y alguna vez confesada por el niño- o la "debilidad"(34) del candidato al trabajo. Observaciones de este género se repiten en los primeros compases de un 28% de los historiales de C1 (33 casos), aunque las sospechas más fuertes y confirmaciones del propio médico se concentran en un 8,5%(35). Pero el rechazo categórico es absolutamente excepcional. En dos casos el médico recomendó explícitamente que se asignara a los obreros un "trabajo débil". Y en uno sólo de los historiales leemos, en un reconocimiento de 1909: "poco desarrollo físico. Refiere él mismo tener 13 años, que lo manden al colegio"; y no es seguro que el consejo médico fuera atendido: 7 meses después el mismo muchacho era tratado por quemaduras de 2º grado en brazo, pierna y pie izquierdos.

Consideraciones finales

Todas las reservas apuntadas deberán tenerse en cuenta en los pasos futuros de la investigación. La muestra de reconstrucciones elaborada tiene sobre todo el valor de test para la metodología expuesta, y lo mismo, por lo tanto, cabe decir de los resultados obtenidos, cuya inclusión aquí habría alargado en exceso la presentación. Naturalmente, deben ser manejados con cautela. Nos aproximan a la frecuencia, la duración y las causas de las bajas laborales por accidente del trabajo: aspectos, en el caso británico, no ausentes del abundante material generado por las comisiones parlamentarias que se ocuparon ad hoc de consecuencias sociales de la industrialización... En España, sin menoscabo alguno (¡al contrario!) del mérito de los Informes de Reformas Sociales (1889-1993) y de los posteriores del IRS y de la Inspección de Minas (sobre todo el de 1909 del primero y el de 1911 de la segunda), el investigador no ha dispuesto de esa suerte. Algo que no deja de tener un reflejo en el desarrollo de esta parcela de la historiografía española, más atenta a los aspectos jurídicos y, en general, institucionales -acercamientosuperestructural a los conflictos sociales incluido- que a los procesos sociales que los explican, aunque, a su vez, sean influidos por aquellos. Incluso si, como se ha puesto de manifiesto (Forcadell, 1992; Maurice, 1993), esta práctica se conjuga con un discurso teórico inspirado en la historiografía británica y la sociología histórica norteamericana.

Nuestros historiales obreros nos han proporcionado también una idea bastante precisa de las carreras laborales y, desde luego, de los modos de proceder de la medicina de empresa. La reflexión sobre el papel que incumbe a esta última dentro de la gestión patronal del trabajo ha ganado en apoyos, aunque habrá de profundizarse en algunas pistas sólo esbozadas.

Por último, los tamaños respectivos de la muestra general reconstruida y de la cohorte de obreros que inician a corta edad su actividad en Peñarroya en el primer decenio del XX confirman el importante desecho de información que deja un estudio basado en generaciones. Pero nada impide combinar, siempre que convenga al análisis y con las necesarias advertencias, el enfoque generacional con el más ampliamente longitudinal y con el recurso a parcelas de la documentación consultada ajenas a los historiales reconstruidos. 
 

NOTAS

1.  Varios de los trabajos presentados al II Congreso de la Asociación de Historia Social (Córdoba, 1995, sesión "Edad Contemporánea") abordaron problemas relativos al tema (Castillo coord., 1996). Recientemente, el nº 27 de la revista Historia Social reunía en un dossier "Trabajo Industrial y Condición Obrera" artículos de E. Fernández de Pinedo, A. Escudero y P.Mª Pérez Castroviejo (1997), los tres referidos a Vizcaya. Especialistas de diversos campos convergieron también en unas I Jornadas de Historia Económica de las Relaciones Laborales (Sevilla, 1996). Anteriormente, no hay que olvidar el XV Simposi d'Anàlisi Econòmica (1990, sección de Historia Económica), organizado por el Departamento de Economía e Historia Económica de la Autónoma de Barcelona, consagrado a los niveles de vida en la España de los siglos XIX y XX.

2.  De Norte a Sur y de Oeste a Este, en una relación que no es en absoluto exhaustiva: Dobado (1982, 1989 y 1991), Menéndez (1996); Harvey (1981), Coll (1983), Gil Varón (1984), Ferrero (1994), Gómez Mendoza (1994); Tomás (1991); Hernando (1989); Cohen (1987, 1998); Vilar y Egea (1985), Egea (1986), Vilar, Egea y Victoria (1987), Vilar, Egea y Fernández (1991); Núñez (1985), Sánchez Picón (1983; 1992), Pérez de Perceval (1984; 1989).

3.  En esta dirección se han orientado, entre otros, González Ugarte y Piquero (1985), Landeta et al. (1985), Pérez Castroviejo (1992), Pérez-Fuentes (1993) o González Ugarte (1994), además de algunos de los mencionados en la nota anterior.

4.  Testigos de este éxito son revistas especializadas nacidas en la última década, como los Annali di Storia dell'impresa italianos o la francesa Entreprises et Histoire.

5.  Véase el nº 175 de Le Mouvement Social, monográfico "La Société et l'Entreprise", dirigido por P. Fridenson (1996).

6.  Son por ello más encomiables algunas operaciones de rescate e inventario por parte de fundaciones nacidas de empresas (Rio Tinto Minera) o vinculadas a sindicatos.

7.  En adelante Peñarroya. La investigación contó con una subvención de tres años de la DGICYT (PS89-0154). La recopilación de buena parte de los datos fue compartida durante más de dos años por Arón Cohen, Amparo Fernández Sánchez, Amparo Ferrer, Eduardo de los Reyes, Mª Eugenia Urdiales y, durante algunos meses, Milagros Menéndez. Las primeras preparaciones de la base de datos para su tratamiento informático corrieron a cargo de Arturo González Arcas, y Agustín Fleta viene ayudándome en esta faceta desde 1994. Este último ha desarrollado la programación que da pie a esta presentación: casi 4.000 líneas divididas entre diferentes programas en lenguaje dBASE; el principal mantiene cinco ficheros de datos abiertos simultáneamente, con el objetivo de transformar la información transversal tomada de las fuentes en información longitudinal. Mi mujer, Matilde Martínez Ergueta, ha colaborado conmigo en casi todas las fases del proyecto. Por otra parte, la investigación no hubiera sido viable sin la actitud abierta de la dirección de Encasur, depositaria de los viejos fondos de Peñarroya salvados, y de sus servicios médicos: conste nuestro sincero agradecimiento por las facilidades concedidas.

8.  La cifra de 10.264 en 1918 es la proporcionada por un informe del Sindicato de los obreros mineros y metalúrgicos de Peñarroya (UGT), recogido en el Boletín del I.R.S. de 1920 (Barragán, 1985). Los datos de la Estadística Minera y Metalúrgica de España sobre obreros empleados en minas y fábricas de beneficio atribuyen a la provincia de Córdoba efectivos, a principios de siglo, generalmente por encima de los 6.000, que crecen en la segunda década hasta un máximo de más de 11.000 en 1919, para retroceder después, aunque en 1926 vuelven a figurar más de 10.000; los mínimos, en torno a los 3.500, corresponden a 1939 y 1940, pero los valores anuales más frecuentes hasta 1950 son los que van más allá de los 7.000. Sabiendo que desde comienzos de siglo Peñarroya tenía el control absoluto de los recursos energéticos de la cuenca del Guadiato y el de los incomparablemente más pobres de la provincia en minerales metálicos (Nadal, 1978/1992), puede valorarse la extrema dependencia de estas cifras con respecto a los niveles del empleo en la empresa: en 1918 el total provincial, según la estadística oficial, era de 10.407.

9.  Esta correspondencia ha dejado una huella dispar en la documentación que ha podido consultarse. Parte de ella alude a obreros remitidos a Peñarroya por los responsables médicos de otros centros de la empresa para consultas o tratamientos.

10.  Esta tarea de recuperación tuvo que ser interrumpida en mayo de 1993, cuando se nos comunicó el cierre de la dependencia que albergaba este archivo, ante la perspectiva, al parecer inminente, de venta del edificio.

11. La etapa de datos más seguros: de 132 a 290 anuales en unas minas que dieron ocupación (aunque no continuamente) a más de 3.000 obreros durante buena parte del período (Menéndez, 1996).

12. Desde 1920 las tablas de la Estadística Minera sólo recogen "muertos" y "heridos graves", excluyendo los "leves", computados hasta entonces.

13. Poco más del 9% en 1903 ¡y del 2% en 1916!

14. Que entendió con una notable amplitud de miras.

15. No eran volantes oficiales de baja sino simples notas remitidas por los vigilantes. Entre las obligaciones de éstos recogidas en el Reglamento General de Régimen Interior de la empresa de 1942 (S.M.M.P., 1945) figura la de "dar la papelilla de accidentes del trabajo debidamente comprobadas (con los nombres de los testigos presenciales para los sobrevenidos en el interior de las minas) para el practicante de servicio" y enviar "aviso inmediato a su Ingeniero y Jefe minero" en caso de accidente grave. Las cautelas impuestas por la empresa antes de extender estos volantes llegarán a soliviantar a alguno de los médicos: "Llueven notas del servicio de Sta. Elisa -dice una comunicación del Médico jefe al Ingeniero principal de la hullera del 5/11/17- (...); comprendo que en el caso de duda, sin señal alguna de traumatismo, que lo manden à este Hospital por si se trata de cosa que el médico pueda dislucinar (sic) pero como en este caso (...) que presenta contusiones erosivas en ambas caderas de un modo claro y evidente, si fué en el trabajo por qué no se le extiende la papeleta de accidente para el médico donde corresponda(...) Yo no voy à ocuparme más que de poner notas en vez de ver heridos".

16. Es preciso reiterar que una investigación como ésta puede legítimamente analizar funciones, pero que no alberga la menor intención o tentación de juzgar personas (ni médicos ni obreros reconocidos).

17. J.L. Gendre (1926), ingeniero francés en Peñarroya, hace suya esta afirmación de Félix Faure en su tesis para la obtención del doctorado en Derecho por la Universidad de Montpellier, que es un estudio de la legislación de accidentes del trabajo en España.

18. La innovación jurídica ponía "en manos del obrero español un instrumento capaz de desorganizar la industria" (Gendre, pp. 4-5).

19. Tanto en los reglamentos de policía minera (1897 y 1910) como en la legislación de accidentes del trabajo el reconocimiento del personal por los médicos de empresa o a su servicio se vislumbra o se presenta como elemento de garantía patronal. Así se afirmó expresamente en un decreto de 1916 (13 de enero) confirmando que los gastos ocasionados por estos reconocimientos debían correr por cuenta del patrono, puesto que "se lleva(n) a cabo por (su) interés y como garantía que a él solo beneficia". Una de las grandes novedades de la (frustrada) Ley de Bases de julio de 1936 radicaba en la consideración del reconocimiento médico periódico como medio para "lograr el diagnóstico precoz de la enfermedad profesional y con nuevas orientaciones profesionales para el obrero afecto conservar su salud" (Villa y Desdentado, 1979; Cohen y Ferrer, 1992).

20. Una amplia y reciente revisión en Ramírez Gámiz (1998).

21. Más adelante se abunda en las dificultades que entraña el conocimiento exacto de la edad de "entrada en observación".

22. El caso mejor documentado suma 30 registros (por los dos conceptos contados) y los menos dotados son seis que no pasan cada uno de 3.

23. La división de C1 en subcohortes de menor a mayor permanencia en observación tiene una utilidad, en primer lugar, descriptiva. En los análisis efectuados hasta la fecha sólo se ha mantenido la distinción entre C1A y C1B, pues el tamaño de la muestra desaconseja más desagregación.

24. La selección de obreros cuya vida activa en Peñarroya se inicia a comienzos del siglo XX -medio siglo después del despegue minero comarcal y dos décadas después de la fundación de la gran empresa francesa- supone, de por sí, un mayor peso en la cohorte de la componente más sedentarizada de la mano de obra. En un 47% se compone de nacidos en Pueblonuevo del Terrible y Peñarroya, los dos municipios creados en 1894 -el primero prácticamente ex novo y el segundo a partir de la pequeña aldea del mismo nombre- a impulso del auge minero-industrial (García, 1979), reagregados más tarde en uno. Con los originarios de otros de la provincia de Córdoba, muy mayoritariamente también de la Cuenca alta del Guadiato, nos acercamos al 68%. Otro 26% procede de la provincia de Badajoz, sobre todo de su parte oriental (partidos de Llerena, Castuera, Herrera del Duque y Villanueva de la Serena), muy implicada por la atracción desplegada por las actividades de Peñarroya en el Norte cordobés. Esto deja fuera o reduce a una mínima porción de la muestra a otras procedencias que abarcan desde Galicia al Alentejo y el Algarve portugueses, incluyendo una nutrida representación de comarcas mineras de dentro y de fuera de Andalucía y hasta una residual presencia rifeña en los años 1940, evidentemente relacionada con la guerra civil (varios centenares de topónimos afloran en el fichero general de reconocimientos). La expansión geográfica de Peñarroya favoreció particularmente la articulación de un mercado interprovincial de trabajo minero entre comarcas de Badajoz, Córdoba, Ciudad Real y Sevilla, con antecedentes previos (Dobado, 1982) y con flujos de diversos sentidos (Quirós, 1956; Tomás, 1991).

25. Y, en ambos casos, con las carencias conocidas de la serie de accidentes. La captación de los distintos tipos de riesgo varía también en función de condicionantes inherentes a algunos procedimientos de esta medicina patronal: el seguimiento de las hernias se realiza sistemáticamente en los propios reconocimientos generales, por lo que no se resiente de las lagunas de la otra serie. La frecuencia de las menciones a esta lesión que hemos encontrado no es, sin embargo, mera consecuencia de los azares de la reconstrucción.

26. No se advierte ninguna periodicidad en la repetición de los reconocimientos generales a los obreros.

27. "...dice haber trabajado en Talleres desde hace años, pero debió entrar por la puerta falsa que a reconocimiento no vino": anotaciones como ésta de un reconocimiento de 1922 se repiten en el epígrafe de observaciones médicas de esta fuente.

28. La reducción de los empleos auxiliares formó parte, junto con un impulso de la mecanización, de los ajustes patronales en el carbón asturiano en los años 20 (Shubert, 1984). El mismo fenómeno ha sido observado en estos años en una minería de parámetros bastante distintos, como es la de Río Tinto (Pérez López, 1996). En ambos casos afectó sobre todo a labores de peonaje.

29. En torno a 1% de todos los reconocimientos generales se saldaban con un dictámen catégorico de inaptitud física para el trabajo según los servicios médicos de la empresa (Cohen y Fleta, 1995). La explotación longitudinal de la fuente revela que tal criterio no se traducía necesariamente en el rechazo definitivo de los obreros afectados por parte de la empresa.

30. Recúerdese que todas las verificaciones posibles se limitan a los apellidos cuya inicial es alguna de las siete primeras letras del abecedario. Sobre la represión inmediata a la toma de la comarca minera por las tropas del bando sublevado en el otoño de 1936, Moreno resalta las "lagunas documentales" encontradas en Peñarroya-Pueblonuevo ("¡4 fusilados durante los 3 años de guerra!") y las magnitudes que revistió en Fuenteobejuna donde fue de las "más cruentas": la relación nominal de fusilamientos que constan en el Registro Civil asciende a 135 hasta finales de 1938, pero otras pistas llevan al autor a elevar el balance estimado hasta alrededor de las 400 (1985, pp. 435-443).

31. Muy parecidos a los de la monumental encuesta de 1884 de los ingenieros de minas franceses por las cuencas del país vecino (Keller, 1885).

32. Las labores subterráneas fueron prohibidas a los menores de 12 años por el Reglamento de Policía Minera de 1897, a los menores de 16 por la Ley del 13/03/1900 y a los menores de 18 por la de Jornada de Trabajo de 1910, aunque las urgencias de la coyuntura y las presiones de los patronos hicieron que un Decreto de 1916 dejara en suspenso las últimas restricciones.

33. Atendiendo a un joven obrero por una lesión en un pie, el médico anotó en el mismo volante de accidente: "este muchacho a pesar de no tener los 14 años está trabajando porque así lo ordenó Don Luis Sauvestre por nota".

34. "Constitución débil por masturbación", leemos en un reconocimiento de 1907 de un chico que declara 15 años. El cariz moralista, en sintonía con planteamientos del higienismo decimonónico que tampoco faltan en testimonios coetáneos de ingenieros (Cohen, 1997), no es el único de este tipo que encontramos en la documentación. El cambio de las exigencias patronales en el paso de la relación con el criado a la relación con el obrero (Cottereau, 1996) no borra todas las huellas de hábitos del pasado, avivados seguramente en ciertos contextos.

35. No figuran entre estos casos el de un muchacho cuya edad es 15 años en todos los reconocimientos que se suceden en un lapso de 17 meses, ni el de 7 años ya comentado. Sí se incluyen otros dos a los que se asigna invariablemente 14 años de edad a lo largo de 14 y de 19 meses, respectivamente. 
 

BIBLIOGRAFIA

BARJOT, Dominique.Patronat et autorité patronale: le cas des travaux publics (1883-1974). Le Mouvement Social, nº 175, 1996, p.31-54.

BARRAGAN MORIANA, Antonio. Conflictividad social en la provincia de Córdoba: la huelga minera de la Cuenca de Peñarroya en 1920. Actas III Coloquio de Historia de Andalucía.  Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 1985, p.389-406.

CASANOVA, Julián. (1991): La historia social y los historiadores. ¿Cenicienta o princesa?, Barcelona: Crítica, 1991.

CASTILLO, Santiago (coord.). El trabajo a través de la historia.  Madrid: Centro de Estudios Históricos (UGT)-AHS, 1996.

CHACON JIMENEZ, Francisco y GARCIA GONZALEZ, Francisco (1992): Informe sobre el encuentro internacional "Familia, genealogía e Informática". Boletín de la Asociación de Demografía Histórica. X/3, 1992, p.143-148.

CHASTAGNARET, Gérard. Le secteur minier dans l'économie espagnole au XIXe siècle, Thèse pour l'obtention du Doctorat d'Etat, Université de Provence, 1985 (mecanografiado).

COHEN, Arón. El Marquesado del Zenete, tierra de minas. Transición al capitalismo y dinámica demográfica (1870-1925).Granada: Diputación Provincial, 1987.

COHEN, Arón. Análisis demográfico e historia social: trabajo, salud pública y práctica médico-patronal. Bulletin d'Histoire Contemporaine de l'Espagne, nº17-18, 1993, p.194-205.

COHEN, Arón.Un recorrido por las comunidades mineras del sur de España de la mano de los alumnos de la Ecole des mines de París en la segunda mitad del siglo XIX, Ería, nº 44, 1997, p.281-310.

COHEN, Arón. La minería.  In TITOS MARTINEZ, Manuel (dir.). Historia económica de Granada, Granada: Cámara de Comercio, 1998.

COHEN, A. y FERRER, Amparo. Accidentes y enfermedades profesionales de los mineros: realidad y derecho. In HUERTAS, Rafael y CAMPOS, Ricardo (coord.).Medicina social y clase obrera en España (siglos XIX-XX), Madrid: Fundación de Investigaciones Marxistas, 1992, vol I, p.215-244.

COHEN, A. y FLETA, Agustín.  Trabajadores rechazados: "riesgo profesional" y gestión patronal del trabajo. Peñarroya, 1904-1950, Ería nº 37, 1995, p.129-142.

COLL MARTIN, Sebastián.Las empresas mineras del sudoeste español, 1850-1914.In ANES, G.; ROJO, L.A. y TEDDE, P. (eds.): Historia económica y pensamiento social. Estudios en homenaje a Diego Mateo del Peral, Madrid:  Alianza, 1983, p.399-429.

COTTEREAU, Alain La gestion du travail, entre utilitarisme heureux et éthique malheureuse. L'exemple des entreprises françaises au début du XIXe siècle. Le Mouvement Social, nº 175, 1996, p.7-29.

DOBADO GONZALEZ, Rafael.Salarios y condiciones de trabajo en las minas de Almadén, 1758-1839.  In TEDDE, P. (ed.).La economía española al final del Antiguo Régimen. vol. II: Manufacturas.  Madrid: Alianza, 1982, p.337-440.

DOBADO GONZALEZ, Rafael. El trabajo en las minas de Almadén, 1750-1855, Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1989 (mecanografiado).

DOBADO GONZALEZ, Rafael.La minería estatal española, 1748-1873. In COMIN, F. y MARTIN ACEÑA, P. (dirs.). Historia de la empresa pública en España, Madrid: Espasa-Calpe, 1989, p.89-138.

DIRECCION GENERAL DE AGRICULTURA, MINAS Y MONTES. Informe relativo al estado económico y situación de los obreros de las Minas y Fábricas metalúrgicas de España y organismos de protección instituidos en beneficio de los mismos, Madrid: Est. Tip. de El Liberal, 1911.

DUPAQUIER, Jacques.Introduction. Pour une nouvelle histoire sociale.  In DUPAQUIER, J. y KESSLER, D. (dirs.). La société française au XIXe siècle. Tradition, transition, transformations. París: Fayard, 1992, p.7-21.

EGEA BRUNO, Pedro María.El distrito minero de Cartagena en torno a la Primera Guerra Mundial (1909-1923). Murcia: Univ. Murcia-Ayuntº Cartagena, 1986.

ESCUDERO, Antonio.El nivel de vida de los mineros vascos (1876-1936). Historia Social, 27, 1997, p.87-106.

FERNANDEZ DE PINEDO, Emiliano.Conflictividad laboral en una gran empresa siderúrgica, Altos Hornos de Bilbao (1880-1900). Historia Social, 27, 1997, p.61-86; 28, pp.69-71.

FERRERO BLANCO, María Dolores.Capitalismo minero y resistencia rural en el suroeste andaluz. Río Tinto, 1873-1900. Huelva: Diputación Provincial, 1994.

FONTANA, Josep.España y la economía en el siglo XX. In VV.AA.: Mineros, sindicalismo y política. Oviedo: Fundación José Barreiro, 1987.

FORCADELL, Carlos.Sobre desiertos y secanos. Los movimientos sociales en la historiografía española. Historia Contemporánea, 7, 1992, p.101-116.

FRIDENSON, Patrick. Les liens entre la société et l'entreprise: trois perspectives. Le Mouvement Social, 175, 1996, p.3-5.

GARCIA GARCIA, Lorenzo.Propiedad minera y compañías en la Cuenca Hullera del río Guadiato. en Actas I Congreso Historia de Andalucía (diciembre 1976). Andalucía Contemporánea (siglos XIX y XX). Córdoba: Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 1979, I, p.529-562.

GENDRE, J.L. (1926): Etudes sur la Législation Espagnole des Accidents du Travail, Thèse pour le Doctorat. Montpellier: Faculté de Droit, 1926.

GIL VARON, Luis. Minería y migraciones. Río Tinto, 1873-1973, Córdoba: Soc. Coop. Ind. Tip. Católica, 1984.

GOMEZ MENDOZA, Antonio. El "Gibraltar económico": Franco y Riotinto, 1936-1954.  Madrid: Civitas, 1994. Madrid.

GONZALEZ UGARTE, María Eugenia. Mortalidad e industrialización en el País Vasco. Vizcaya, 1860-1930. Boletín de la Asociación de Demografía Histórica, XII/1, 1994, p.33-53.

GONZALEZ UGARTE, María Eugenia y PIQUERO, Santiago. La evolución de la mortalidad en un proceso de industrialización. Sestao 1860-1930. Comunicación al III Congreso de Historia Económica, Segovia: 1985.

GORDON, David M. Le libéralisme dans l'empire du fer: François de Wendel et la Lorraine industrielle 1900-1914. Le Mouvement Social, 175, 1996, p.79-111.

HARVEY, Charles E.  The Rio Tinto Company. An economic history of a leading international mining concern, 1873-1954. Cornwall, Alison Hodge, Penzance, 1981.

HERNANDO LUNA, Rafael. Aportación al estudio de la minería cordobesa. Explotaciones de plomo/plata, cinc y cobre (1850-1929), Tesis Doctoral, Universidad de Córdoba, 1989, (mecanografiado).

INSTITUTO DE REFORMAS SOCIALES.Información sobre el trabajo en las minas, Madrid: 1909. (reed. Madrid: Zero, 1970).

KELLER, M.O. Exposé des résultats de l'enquête concernant l'âge et la durée du service des mineurs. Annales des Mines, 8e série, VII, 1885, p.349-355.

LANDETA REGIL, Arrate et al. Demografía e industrialización en un municipio vasco: la población de Galdakano, 1850-1984. Letras de Deusto, 33, 1985, p.123-139.

LEON Y CASTRO, Eladio. Un poco de higiene y patalogía mineras. Tesis para el Doctorado en Medicina y Cirugía, Madrid: De Bailly-Baillière e Hijos, 1904.

MATTEI, Bruno. La normalisation des accidents du travail: l'invention du risque professionnel. Les Temps Modernes, 354, 1976, p.988-1006.

MAURICE, Jacques. Crise de l'histoire sociale?.Bulletin d'Histoire Contemporaine de l'Espagne, 17-18, 1993, p.65-73.

MENENDEZ NAVARRO, Alfredo. Un mundo sin sol. La salud de los trabajadores de las minas de Almadén, 1750-1900. Granada: Univ. Granada-Univ. Castilla-La Mancha, 1996.

MORENO GOMEZ, Francisco. La Guerra Civil en Córdoba (1936-1939). Madrid: Alpuerto, 1985.

MORENO GOMEZ, Francisco.Córdoba en la posguerra (La represión y la guerrilla, 1939-1950), Córdoba: Francisco Baena, 1987.

NADAL, Jordi.: "Peñarroya", una multinacional de nombre español.  Alta Dirección, XIV, 77, 1978, p.45-53 y cuadro (reed. en Moler, tejer y fundir.  Barcelona: Ariel, 1992, p.240-255).

NADAL, Jordi.Andalucía, paraíso de los metales no ferrosos. In BERNAL, A.M. (dir.). Historia de Andalucía. VII: La Andalucía liberal (1778-1868), Barcelona: Cupsa-Planeta, 1981, p.399-460. (reed. en Moler..., p.3-52).

NADAL, Jordi. Los dos abortos de la revolución industrial en Andalucía. In DOMINGUEZ ORTIZ, A. (dir.). Historia de Andalucía. VI, 2ª ed.Barcelona: Cupsa-Planeta, 1984. (reed. en Moler..., p.53-83).

NUÑEZ ROMERO-BALMAS, Gregorio. La minería alpujarreña en la primera mitad del siglo XIX. Boletín Geológico y Minero nº 96, 1985, p.92-105.

PEREZ CASTROVIEJO, Pedro María. Clase obrera y niveles de vida en las primeras fases de la industrialización vizcaína. Madrid: M.T.S.S., 1992.

PEREZ CASTROVIEJO, Pedro María. Vivienda obrera y primeros negocios inmobiliarios en la zona industrial de Vizcaya. Historia Social nº 27, 1997, p.107-126.

PEREZ LOPEZ, Juan Manuel. Crisis de empleo en las minas de Rio Tinto. 1914-1920. In CASTILLO, S. (coord.). El trabajo a través de la historia.1996, p.427-435.

PEREZ-FUENTES, Pilar.Vivir y morir en las minas. Estrategias familiares y relaciones de género en la primera industrialización vizcaína: 1877-1913.Bilbao: Univ. País Vasco, 1993.

PEREZ DE PERCEVAL, Miguel Angel. Fundidores, mineros y comerciantes. La metalurgia de Sierra de Gádor, 1820-1850. Almería: Cajal, 1982.

PEREZ DE PERCEVAL, Miguel Angel.La minería almeriense contemporánea (1800-1930). Almería: Zéjel, 1989.

RAMIREZ GAMIZ, Francisco.Transformaciones y comportamientos demográficos diferenciales en el interior andaluz. Aplicación del método de reconstrucción de familias en las poblaciones de Iznájar y Loja (siglos XVIII-XX), Tesis Doctoral, Universidad de Granada, 1998 (mecanografiado).

QUIROS, Francisco.Puertollano y su cuenca minera. Estudios Geográficos nº 63, 1956, p.207-247 y láminas.

SANCHEZ PICON, Andrés. La minería del Levante almeriense, 1830-1930. Especulación, industrialización y colonización económica. Almería: Cajal, 1983.

SANCHEZ PICON, Andrés.  La integración de la economía almeriense en el mercado mundial (1778-1936). Cambios económicos y negocios de exportación. Almería: Instituto de Estudios Almerienses, 1992.

SHUBERT, Adrian.Hacia la revolución. Orígenes sociales del movimiento obrero en Asturias, 1860-1934, Barcelona: Crítica, 1984.

SOCIEDAD MINERA Y METALURGICA DE PEÑARROYA.Reglamento general de régimen interior. Madrid: Imp. Hijos de E. Minuesa, 1945.

TEDDE DE LORCA, Pedro.Un capitalismo precario (1874-1920). In BERNAL, A.M. (dir.): Historia de Andalucía. VIII: La Andalucía Contemporánea (1868-1981), Barcelona: Cupsa-Planeta, 1991, pp.161-214.

TOMAS GARCIA, Luis Juan. La minería sevillana del carbón. Minas de la Reunión y la Compañía de los Ferrocarriles de M.Z.A., Sevilla: Diputación Provincial, 1991.

URIA, Jorge.Sociología e Historia. Una década de historia social en Sociología del Trabajo. Sociología del Trabajo, Nueva Epoca nº 31, 1997, pp.149-178.

VILAR, Juan Bautista y EGEA, P.M. (col. de VICTORIA, Diego).  La minería murciana contemporánea (1840-1930).  Murcia: Cajamurcia-Universidad, 1985.

VILAR, J.B.; EGEA, P.M. y FERNANDEZ GUTIERREZ, J.C. La minería murciana contemporánea. Madrid: I.T.G.E., 1991.

VILAR, J.B.; EGEA, P.M. y VICTORIA, D. El movimiento obrero en el distrito minero de Cartagena-La Unión (1840-1930). Murcia: Academia Alfonso X El Sabio,1987.

VILLA GIL, L.E. (de la) y DESDENTADO BONET, A. Manual de Seguridad Social, Madrid: 1979.

VV.AA.  XV Simposi d'Anàlisi Econòmica. Secció Història Econòmica: Nivells de vida à Espanya, s.XIX i XX. Bellaterra: U.A.B., 1990.

VV.AA.  I Jornadas de Historia Económica de las Relaciones Laborales. Sevilla:Universidad de Sevilla, 1996. 
  
 © Copyright Arón Cohen 1999 
© Copyright Scripta Nova 1999


Volver al índice de Scripta Nova

 Menú principal 
  
 

 

 

Peñarroya, ciudad minera por excelencia, que hasta cedió su nombre a la empresa minera más importante del pasado siglo XX: la extinta "Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya".

Estudios y perspectivas en turismo

versión On-line ISSN 1851-1732

Estud. perspect. tur. v.19 n.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires mayo/jun. 2010

 

DOCUMENTOS DE BASE

El turismo industrial minero como motor de desarrollo en áreas geográficas en declive. Un estudio de caso

Ana Mª Castillo Canalejo*, Tomás Jesús López Guzmán Guzmán**y Genoveva Millán Vázquez de la Torre***

Universidad de Córdoba - España

*Profesora Doctora en la Universidad de Córdoba, España, Departamento de Estadística, Econometría, Investigación Operativa, Organización de Empresas y Economía Aplicada. Doctorado europeo en Ciencias Económicas y Empresariales. E-mail: dt1casca@uco.es
*
*Profesor Doctor en la Universidad de Córdoba, España, Departamento de Estadística, Econometría, Investigación Operativa, Organización de Empresas y Economía Aplicada. Doctorado en Ciencias Económicas y Empresariales. E-mail:tomas.lopez@uco.es
***Profesora Doctora en la Universidad de Córdoba, España, Departamento de Estadística. Doctora en Ciencias Económicas y Empresariales. E-mail: gmillan@etea.com.

Resumen: La importancia que durante muchos años ha tenido en diferentes zonas geográficas las actividades industriales ha propiciado la creación de un gran patrimonio industrial que, puesto en valor, permite la articulación de nuevos destinos turísticos que permita el desarrollo socioeconómico de determinadas zonas industrial en la actualidad en declive. En este artículo se presenta un análisis sobre el turismo industrial minero y en el cuál se aborda cómo las actividades turísticas pueden convertirse en un motor complementario de desarrollo económico. Para dicho análisis se presenta un estudio de caso centrado en un área geográfica con una gran tradición minera localizada en el sur de España.

PALABRAS CLAVE: Patrimonio Industrial; Turismo industrial minero; Cultura; Desarrollo socioeconómico; España.

Abstract: Industrial Mining Tourism as a Development Strategy in Geographical Areas in Decline. A case study. The importance that industrial activities had for many years in different geographical areas has led to the making of a great industrial heritage. The rehabilitation of this industrial heritage allows the expression of new destinations in order to enable economic development in certain industrial areas currently in decline. This paper presents an analysis of tourism and the mining industry that deals with the manner tourism activities may become an additional engine of economic development. For this analysis a case study focused on a large geographical area with a mining tradition located in southern Spain is presented.

KEY WORDS: Industrial heritage; Industrial mining tourism; Culture; Socioeconomic development; Spain.

INTRODUCCIÓN

La diversificación de las rentas locales está considerada como una de las vías fundamentales para conseguir el desarrollo de numerosas áreas geográficas en declive que necesitan actividades alternativas para reactivar su economía. Así, cada vez es más frecuente utilizar el turismo para mitigar problemas de declive en zonas tradicionalmente industriales (Edwards y Llurdés i Coit, 1996; Hospers, 2002) y donde se trata de aprovechar el potencial interés cultural que los visitantes puedan tener sobre el patrimonio tangible e intangible del fenómeno de la industrialización. Por tanto, el desarrollo del turismo industrial (o turismo de patrimonio industrial) se ve favorecido por un cambio en el comportamiento de los viajeros caracterizado por nuevas formas de concebir el tiempo libre y por la revalorización de lugares menos masificados y que conservan tradiciones de antaño, buscando elementos culturales propios de estas comunidades locales. De esta manera, esta tipología de turismo trata de aprovechar el potencial interés cultural que los visitantes puedan tener sobre el patrimonio tangible e intangible del fenómeno de la industrialización. Como modalidad de turismo industrial se engloba el caso específico del turismo industrial minero que supone la valorización  turística del patrimonio minero en entornos desfavorecidos.

El objetivo de este artículo es analizar las posibilidades de desarrollo del turismo industrial minero como motor de generación de riqueza y de creación de puestos de trabajo en zonas con un declive industrial importante y, para ello, se presenta los resultados de una investigación realizada en una de estas zonas, concretamente en los pueblos mineros de Belmez y Peñarroya - Pueblonuevo (Córdoba - España), donde el turismo podría configurarse como una actividad complementaria que podría generar un importante desarrollo socioeconómico sostenible en dicha área geográfica.

REVISIÓN DE LA LITERATURA

Los orígenes del estudio del turismo industrial minero se encuentran en el trabajo de Chon y Evans (1989) donde se analiza el proceso de desarrollo de esta tipología de turismo en el condado de Wise, localizado en el área occidental de Virginia (Estados Unidos). Esta zona es tradicionalmente un área minera donde esta actividad llegó a representar el 22% de los empleos de la zona. Sin embargo, la disminución del consumo de carbón en EEUU y la consecuente caída de la producción desde principios de la década de 1980, ha llevado a esta zona geográfica a encontrarse en una permanente crisis económica, para lo cual se establecieron diferentes alternativas de diversificación económica y, entre ellas, el desarrollo del turismo industrial minero.

Con posterioridad, la literatura científica aborda el estudio de esta tipología de turismo a través de diferentes estudios que se pueden agrupar en cinco grupos diferentes. A saber:

a) Los estudios que, utilizando una metodología empírica, se centran básicamente en el análisis de la oferta y la demanda (Chons y Evans, 1989; Balcar y Pearce, 1996; Vargas Sánchez, 2007).

b) Los estudios que describen el patrimonio minero de la zona, su potencialidad turística y los proyectos que se han llevado a cabo para desarrollarlo (Fernández Zambón y Guzmán Ramos, 2004; Hortelano Mínguez y Plaza Gutiérrez, 2004; Cañizares Ruiz, 2008; Cueto Alonso, 2009).

c) El estudio que analiza la identidad cultural en el desarrollo de este tipo de turismo, desde una óptica cualitativa (Ruiz Ballesteros y Hernández Ramírez, 2007).

d) El estudio que presenta una investigación sobre los datos económicos de los principales museos españoles relacionados con el turismo industrial minero (Puche Riart, 2006).

e)El estudio que analiza las oportunidades y obstáculos al proceso de transformación del recurso patrimonial minero en producto turístico, haciendo especial hincapié en el papel de los actores en juego mediante el análisis de unos estudios de caso (Valenzuela Rubio et al, 2008).

De acuerdo con la literatura científica, el éxito en la vertebración de un correcto destino turístico sostenible se basa en el importante papel de la comunidad local y de los diferente factores endógenos, los cuales juegan un papel fundamental en el desarrollo de esta tipología de turismo (Chon y Evans, 1989; Balcar y Pearce, 1996 ). Siguiendo a Valenzuela Rubio et al. (2008)  uno de los obstáculos que dificulta estos proyectos es la crisis demográfica a la que tienen que hacer frente los antiguos territorios mineros, ya que no existe en ellos un capital humano joven y emprendedor para poner en marcha iniciativas relacionadas con el turismo. Otro de los grandes problemas es a la necesidad de buscar recursos financieros que permitan afrontar las inversiones necesarias para poner en valor los diferentes recursos turísticos con los que cuente el área geográfica para lo cual, y siguiendo a Vargas Sánchez et al. (2009), se apuesta por la financiación a través de fondos públicos (que, en el caso de los diferentes países de la Unión Europea podrían provenir de los fondos comunitarios que sirven para vertebrar el desarrollo de las regiones).

Otro aspecto a tener en cuenta tras la revisión de la literatura  es la necesidad de contemplar este tipo de turismo desde una perspectiva complementaria y secundaria con otras formas de turismo (Balcar y Pearce, 2006; Ruiz Ballesteros y Hernández Ramirez, 2007; Vargas Sánchez, 2007). Por otro lado y, como señala la literatura científica, además de considerar a este tipo de turismo como un importante motor económico para el desarrollo de la zona geográfica, no se debe de olvidar que estas actividades extractivas también representan una identidad cultural que se ha de preservar. En este sentido, Fernández Zambón y Guzmán Ramos (2004) señalan que el desarrollo del turismo industrial minero en las comunidades de Barker y Villa Cacique (Argentina) permitiría mantener vigentes rasgos de la cultura de trabajo industrial que se están perdiendo, no sólo en estas comunidades, sino también en otros puntos de Argentina donde existen instalaciones industriales semejantes. Por otro lado Cueto Alonso (2009) considera los proyectos turísticos del patrimonio minero de Cantabria imprescindibles para rescatar del olvido el pasado minero de la región. Así, el desarrollo del segmento de turismo industrial minero debe ser considerado como una oportunidad para poner en valor y regenerar el patrimonio industrial que, de otro modo, terminará siendo abandonado y objeto de un deterioro progresivo hasta su completa desaparición (Ruiz Ballesteros y Hernández Ramírez, 2007; Vargas Sánchez, 2007).

DESCRIPCIÓN DEL ÁREA GEOGRÁFICA

El área geográfica objeto de estudio en este artículo se sitúa en la comarca del Valle del Guadiato (Figura 1) en la provincia de Córdoba (España). La economía de toda la zona ha sido marcada profundamente por la minería del carbón, en especial los municipios de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez donde se encontraba el mayor porcentaje de población dependiente de la minería, siendo en estos pueblos donde la crisis del sector minero presenta una situación social más virulenta con unos altos índices de desempleo y una pérdida constante de población. Ante esta situación es necesaria la puesta en marcha de una estrategia comarcal tendente a la generación de nuevas actividades económicas y/o al desarrollo y aprovechamiento de las ya existentes, convirtiéndola en una prioridad absoluta que ha de ser apoyada desde todas las administraciones públicas y entidades privadas. Es aquí, y dentro de estas actividades económicas donde se encuentra el desarrollo del turismo industrial minero como alternativa capaz de aportar nueva vitalidad económica y de fijar la población en unos pueblos en que el abandono de las minas ha producido unas altas tasas de desempleo.


Figura 1
: Mapa regional de Andalucía

Las dos localidades objeto de estudio presentan una rica herencia basada en el patrimonio industrial minero. Así, Belmez cuenta con un patrimonio arqueológico e industrial de gran valor. Dicho patrimonio se centraliza en el museo local, el cual responde no sólo a un lugar de exposición sino que además su acción abarca todo el ámbito de interés cultural y patrimonial que han ido dejando esta actividad a través de los años. Por ello, el programa museográfico se divide en dos secciones: primera, de minería histórica y de arqueología; y segunda, de minería del carbón y de paleontología. Asimismo, existe un interesante territorio minero (que cuenta con cuatro zonas arqueológicas -La Gata, Sierra Boyera, Casas Baratas y La Loba-), 13 dólmenes y 10 castilletes de mina en diferentes estados de conservación (Cano García, 2006).

Por su parte, en la ciudad de Peñarroya-Pueblonuevo su patrimonio industrial se centra en la existencia de los restos de edificios singulares y chimeneas que forman el complejo minero (denominado "cerco industrial"). Este "cerco industrial" es un interesante complejo arquitectónico puntero en su época y de una envergadura inigualable en la España de los comienzos de la industrialización y diseñado en su mayor parte por el EstudioEifell de París. El "cerco industrial" ha sufrido en los últimos tiempos un enorme deterioro material y patrimonial. Así, y entre otros deterioros, destaca la demolición sistemática de parte de los edificios al objeto de convertirlos en chatarra (hierro o cualquier otro metal de desecho) las maquinarias albergadas, así como la expoliación de la mayor parte de las estructuras metálicas o de madera existentes. En la actualidad lo que antes fue un gran complejo industrial se presenta ahora como un espacio fantasmal erizado de ruinas y esqueletos de fábricas donde la verticalidad viene representada exclusivamente por sus esbeltas chimeneas (Carrasco Guisado y Aute, 2004). Junto con este complejo industrial existe otra interesante parte industrial, el denominado "Polígono de la Papelera", donde se encuentran la segunda serie de edificios de origen fabril entre los que destaca la nave del Instituto Tecnológico Geominero de España, la enorme chimenea adosada al mismo (en buen estado de conservación) y el edificio emblemático de la ciudad: La Yutera. En el interior de esta nave se encuentra el Museo Geológico y Minero donde se exponen minerales, fósiles, rocas y maquetas relacionadas con la minería, siendo uno de los mejores museos de este género que existen en toda Europa (Calderón Moreno, 2006).

En cuanto a las iniciativas para el desarrollo del turismo existentes en la actualidad en esta comarca, cabe mencionar que se constituyó en 1995 un grupo de desarrollo (el denominado Grupo de Desarrollo Rural "Valle del Alto Guadiato") bajo la forma jurídica de sociedad anónima y con una amplia representación comarcal, tanto pública como privada. Dentro de las gestiones de este grupo relacionadas con el turismo se pueden mencionar el surgimiento de alojamientos rurales que han incrementado significativamente el número de visitantes que acuden a esta comarca atraídos por su patrimonio industrial minero, las actividades cinegéticas y las deportivas. Asimismo, y dentro de los planes específicos de este grupo de desarrollo, está la revalorización del patrimonio minero e industrial de la comarca siendo los proyectos que están en curso los siguientes: la construcción de un centro histórico de interpretación minera, el desarrollo de un tren turístico denominado "El Guadiato", el proyecto de recuperación de los castilletes y la recuperación del denominado "Almacén Central".

METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

La metodología empleada para explorar las posibilidades de desarrollo de turismo industrial minero en esta zona ha consistido en un trabajo empírico realizado mediante cuestionarios a los turistas y a los residentes en la zona, en este último caso se debió a la poca importancia existente en la actualidad de oferta turística.

La elaboración de los cuestionarios se ha realizado sobre la base de los existentes en la literatura científica. Asimismo, son producto de diversas reuniones y entrevistas con diferentes actores sociales involucrados en el desarrollo socioeconómico de esta área geográfica con la finalidad de conocer cuál es la situación actual de la actividad turística en la zona y su potencialidad, como parte del desarrollo socioeconómico.

Los cuestionarios de los visitantes tratan de descubrir y profundizar en el perfil sociodemográfico, las actitudes, opiniones y el comportamiento de los turistas. Los cuestionarios de los residentes analizan la actitud de los mismos hacia el desarrollo de este tipo de turismo, con especial énfasis en la percepción de los impactos que el mismo podría tener para la comunidad y su influencia para contribuir hacia mayores niveles de desarrollo. Las tablas 1 y 2 recogen las fichas técnicas de investigación.

Tabla 1: Ficha técnica de la investigación encuesta turistas

Tabla 2: Ficha técnica de la investigación encuesta a residentes

Análisis del visitante

El perfil sociodemográfico y económico del visitante corresponde a un hombre con edad comprendida entre 45 y 64 años, con estudios de enseñanza secundaria y con un nivel de renta neta mensual entre 600 y 1.000 Euros. El hecho de que un porcentaje considerable de visitantes sean retirados/jubilados podría deberse a que estas personas trabajaron durante su vida laboral bien en esta zona bien en otros lugares donde el sector minero fue importante y actualmente se encuentra en declive. Por tanto, se interesan por estas atracciones turísticas relacionadas con lo que ha sido su actividad profesional.

En relación con la motivación del turista para visitar las atracciones, se las ha clasificado en tres tipos de experiencias: emocional, de aprendizaje y recreativa. En los Gráficos 12 y 3 figuran las frecuencias de acuerdo con una escala de 1 ("Totalmente en desacuerdo") a 7 ("Totalmente de acuerdo").


Gráfico 1
. Experiencia emocional


Gráfico 2
. Experiencia de aprendizaje


Gráfico 3
. Experiencia de entretenimiento

De acuerdo con los gráficos mencionados se puede apreciar claramente que la motivación principal del visitante es el aprendizaje, donde la puntuación 7 ("Total acuerdo") representa el mayor porcentaje (46,26%). Le sigue el motivo emocional con un 41,65%. El motivo recreativo o de entretenimiento obtiene, a diferencia de los otros dos, su mayor porcentaje (36,58%) en el punto 1 ("Total desacuerdo"), lo que viene a mostrar que los turistas no acuden a la zona sólo para entretenerse. Estos resultados coinciden con los obtenidos en los estudios realizados por Balcar y Pearce (1996) y Vargas Sánchez (2007) donde la mayor parte de los visitantes son turistas motivados por la experiencia del aprendizaje.

Otro aspecto que resulta importante en la investigación es determinar si el turista que visita la zona estaría también interesado en visitar o conocer otras atracciones turísticas relacionadas con el turismo industrial minero. En concreto, los aspectos sobre los cuales se pide al visitante que manifieste su grado de interés dentro de una escala de cinco puntos, son los siguientes: ruta por los castilletes de pozos de la bicentenaria minería de carbón; recorrido en tren turístico siguiendo la antigua vía ferroviaria por la que se transportaban los minerales; centro de interpretación de la minería; barrio minero francés construido por la empresa francesa Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya; paisaje de las cuencas mineras y senderos por las que los mineros llegaban cada día al trabajo; y parque temático geo-minero de la zona con diferentes funciones (actividades lúdicas, culturales y pedagógicas, actividades científicas y actividades terapéuticas).

Se observa que todas las atracciones obtienen valoraciones altas (mayores porcentajes en la puntuación 4: "bastante interesado" y 5: "muy interesado") lo que es indicativo del interés general que muestra el visitante por estas potenciales experiencias de turismo industrial minero en la zona.

Con respecto a la procedencia del viajero, casi la totalidad de los turistas encuestados son españoles (95,8%). Esto revela que el turismo industrial minero, al tener una pequeña escala en la actualidad y al ocupar un lugar secundario comparado con otros nichos de mercado más explotados, atrae menos a los turistas extranjeros. Al nivel de regiones la mayoría proceden de Andalucía (región donde se ubica esta área geográfica) (75,33%) y de los cuáles un importante porcentaje (62%) procede de la misma provincia de Córdoba. En resumen, el tipo de turismo mayoritario en esta zona es de proximidad.

En cuanto a la organización del viaje, el turista realiza la excursión o visita en grupo organizado (27,0%), con su pareja (25,8%), solo (19,7%) o con amigos (18,69%), siendo escaso el número de personas que acuden a la zona con familiares. El 66,1% optan por el vehículo propio para desplazarse a la zona, siendo la mitad de las personas encuestadas excursionistas y que, por tanto, no pernoctan en estas localidades. Ello está relacionado con las limitaciones y especificidades del turismo industrial minero que tiene que contemplarse, como anteriormente se ha señalado, desde una perspectiva complementaria y secundaria con otras formas de turismo (Ruiz Ballesteros y Hernández Ramírez, 2007).

En cuanto al conocimiento del destino, la amplia mayoría de los visitantes de la zona (46,0%) tiene noticias de la misma gracias a la recomendación de amigos y familiares, lo que da una idea de la importancia que la difusión popular adquiere como forma de promoción de estas experiencias de turismo industrial minero.

El grado de satisfacción con los distintos aspectos de la oferta turística y de los museos es elevado, con calificaciones entre 8 y 10 puntos dentro de una escala de 1 a 10. Los aspectos mejor valorados son el entorno natural y humano, y los peor valorados los espacios urbanos, la señalización e información y las carreteras y comunicaciones. Estos resultados coinciden con los que muestran los estudios de caso de turismo industrial minero que utilizan una metodología empírica (Chon y Evans, 1989; Balcar y Pearce, 1996; Vargas Sánchez, 2007). Y ante el elevado grado de satisfacción que muestra el visitante de la zona, no es de extrañar que el 96,6% de los turistas manifieste que sí recomendaría la visita a esta localidad, aspecto más que favorable para potenciar la actividad turística de esta zona, máxime cuando la principal fuente de promoción es la recomendación de amigos y familiares.

Por otro lado, el visitante considera la experiencia interesante y enriquecedora y un lugar que merece la pena conocer. Al mismo tiempo considera que existe un enorme potencial para la revalorización del patrimonio minero de la zona con fines turísticos, pero opinan que existe una serie de debilidades entre las que destacan la falta de infraestructuras turísticas y la poca implicación de la comunidad en la revalorización del patrimonio.

Análisis del visitante

La mayoría de la población encuestada tiene una edad comprendida entre 30 y 44 años, siendo el 42,3% de la muestra mayor de 45 años. El 40,3% de los encuestados considera que el desarrollo turístico le beneficiaría personalmente, lo que indica el optimismo mostrado por la población. Así, los efectos positivos y/o negativos, derivados del desarrollo turístico se han clasificado en tres grupos: económicos, socio-culturales y ambientales. En general, los residentes consideran que el desarrollo del turismo traerá a la comunidad más beneficios que costes. Siguiendo a Vargas Sánchez (2007) ello puede deberse a que los residentes están en una etapa de euforia cuando se encuentran en las fases iniciales del desarrollo turístico. Los impactos más significativos son aquellos relacionados con una mayor incidencia económica, entre los que destacan los siguientes efectos: "Mejora de la inversión", "Más desarrollo y mejores infraestructuras", "Incremento de las oportunidades de empleo" y "Contribución a la mejora de los ingresos y nivel de vida". Por otra parte, es "El incremento del precio de la vivienda" el efecto económico percibido como más negativo, seguido muy de cerca por "El incremento del precio de los productos y servicios"

Por otro lado, y para conocer la satisfacción de los residentes con su comunidad, se han evaluado seis aspectos: servicios públicos, sistema educativo, medio ambiente, oportunidades de entretenimiento, economía e implicación de los ciudadanos/oportunidades sociales. Los mismos se podían calificar en una escala que va desde 1 ("nada satisfecho") al 5 ("totalmente satisfecho"). Las calificaciones más altas se observan en la satisfacción con el sistema educativo y con el medio ambiente, y las más bajas en la economía  y en la satisfacción con las oportunidades de entretenimiento.

Con respecto a la actitud del residente en esta zona geográfica respecto al desarrollo turístico de la zona, elemento clave para el despegue turístico de cualquier zona, la mayoría de los encuestados es favorable al mismo. Así, el 88,5% de los residentes encuestados está bastante o totalmente a favor de un mayor desarrollo, no presentándose ningún encuestado que no esté nada a favor del mismo. Y en cuanto a los motivos que daban se centraban en que el desarrollo turístico iba a implicar la creación de empleo y la generación de riqueza y, al mismo tiempo, podría ser motor de dinamización socioeconómico y cultural de la zona.

CONCLUSIONES

En los albores del siglo XXI el turismo presenta un mayor grado de especialización donde el término cultura y patrimonio tienen cada vez un papel más destacado. A la hora de definir el concepto de turismo cultural existe una amplia gama de actividades desde las más tradicionales hasta las más innovadoras lo que demuestra la complejidad de este producto. Una de estas actividades, que se ha sumado más recientemente a este tipo de turismo es el turismo industrial que pone en valor los elementos patrimoniales tangibles e intangibles que han ido surgiendo desde la Revolución Industrial. Dentro de esta tipología de turismo industrial se encuadraría el turismo industrial minero vinculado al patrimonio que ha dejado esta singular actividad extractiva. Así, para los entornos mineros que entran en crisis económica y demográfica, el turismo cultural, basado en el patrimonio industrial minero, podría constituir el medio de recuperación económica y una manera de mantener viva la memoria colectiva.

En este artículo se presenta un estudio sobre la potencialidad del turismo industrial minero en la comarca del Valle del Guadiato, en la parte norte de la provincia de Córdoba (España), donde la minería del carbón ha marcado profundamente la economía de sus pueblos, principalmente de los municipios de Peñarroya-Pueblonuevo y Belmez. Por ello, y debido a la crisis del sector minero, se ha provocado unos altos índices de desempleo y una pérdida constante de población lo que plantea la puesta en marcha de actividades económicas complementarias para contribuir a un mayor desarrollo socioeconómico de estos territorios. Es aquí, y dentro de estas actividades, donde se ha contemplado en esta investigación la potencialidad para el desarrollo del turismo industrial minero de la comarca.

Los principales resultados procedentes del trabajo de campo, realizado a través de encuestas tanto a turistas como a residentes en la zona, señalan un gran potencial para desarrollar un turismo industrial minero sostenible que pueda ofrecer nuevas alternativas al desarrollo socioeconómico. Sin embargo, este desarrollo debe articularse a través de la implicación de toda la comunidad local como referente y depositarios de la herencia cultural de la zona.

Y, al mismo tiempo, esta tipología de turismo debe de contemplarse desde una perspectiva complementaria y secundaria con otras formas de turismo ya existentes o incipientes en esta área geográfica (rural, cinegético, gastronómico, etc.) que justifique la pernoctación del turista en la zona o la creación de circuitos temáticos o rutas culturales con diferentes actividades.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Balcar, M. & Pearce, D. (1996) "Heritage tourism on the West coast of New Zealand". Tourism Management 17(3): 203-212

2. Calderon Moreno, M. (2006) "Peñarroya-Pueblonuevo". Museo geológico minero Boletín de la Asociación Provincial de Museos Locales de Córdoba 6: 263-268

3. Cano García, M. (2006) "Belmez. Museo histórico y del Territorio Minero". Boletín de la Asociación Provincial de museos locales de Córdoba 6: 47-51

4. Cañizares Ruiz, C. (2008) "El atractivo turístico de una de las minas de mercurio más importantes del mundo: el parque minero de Almadén (Ciudad Real)". Cuadernos de Turismo 21: 9-31

5. Carrasco Guisado, Y. y Aute, F. J. (2004) "Arquitectura industrial en Peñarroya-Pueblonuevo a finales del siglo XIX y principios del XX". Servicio de Publicaciones del Ayuntamiento de Peñarroya-Pueblonuevo, Córdoba

6. Chon, K & Evans, M. R. (1989) "Tourism in a rural area - A coal mining-county experience". Tourism Management 10 (4): 315-17

7. Cueto Alonso, G. (2009) "Reutilización turística del patrimonio minero de Cantabria". Cuadernos de Turismo 23:69-87

8. Edwards, J. A. & Llurdés i Coit, J. C. (1996) "Mines and quarries. Industrial Heritage" Tourism Annals of Tourism Research 23(2): 341-363

9. Fernández Zambón, G. y Guzmán Ramos, A. (2004) "El patrimonio industrial-minero como recurso turístico cultural: el caso de un pueblo-fábrica en Argentina". Pasos Revista de Turismo y Patrimonio Cultural 2 (1): 1001-109

10. Hortelano Mínguez, L. A. y Plaza Gutiérrez, J. A. (2004) Valoración de algunas propuestas de desarrollo en la Montaña palentina a partir de la promoción de iniciativas turísticas vinculadas al patrimonio minero. PITTM 75: 413-433

11. Hospers, G. (2002) "Industrial heritage, tourism and regional restructuring in the European Union. European Planning Studies 10(3): 397-404

12. Puche Riart, O. (2006) "Patrimonio minero de España: aspectos económicos". In Rábano, I. y Mata-Perelló, J. M. (editores) Patrimonio geológico y minero: su caracterización y puesta en valor. Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, pp.15-25.

13. Ruiz Ballesteros, E. & Hernández Ramírez, M. (2007) "Identity and community-reflections on the development of mining heritage tourism in Southern Spain". Tourism Management 28: 677-687

Recibido el 16 de diciembre de 2009
Correcciones recibidas el 24 de febrero de 2010
Aceptado el 01 de marzo de 2010
Arbitrado anónimamente

 

 

La Sociedad Minero Metalurgica de Peñarroya (Societé Minière et Métallurgique de Peñarroya) se constituyó en París el 6 de octubre de 1881 por acuerdo entre la Sociedad Hullera y Metalúrgica de Belmez (Societé Houillere et Métallurgique de Belmez), en cuya sede se firmó el acuerdo de constitución, y la Casa Rothschild. El capital inicial de la sociedad fue de cinco millones de francos, representados por diez mil acciones de las que dos mil quedaron en manos de la Hullera de Belmez y el resto en las de los Rothschild.

El verdadero promotor de la cración de esta sociedad fue Charles Ledoux, ingeniero francés cuya pretensión era la de unificar y ordenar los intereses mineros de las compañías mineras de Sierra Morena y Valle del Guadiato en las provincias de Córdoba, Ciudad Real y Badajoz. Tras la firma del acuerdo, la Hullera de Belmez renunciaba por un periodo de 50 años a la minería del plomo mientas que S.M.M.P renunciaba a la extracción de carbón.

A pesar de estos acuerdos, el 30 de marzo e 1893 la la S.M.M.P absorbió a la Sociedad Hullera y Metalúrgica de Belmez, gracias a los grandes beneficios obenidos de la explotación de las minas de plomo de El Triunfo y San Quintín, con lo que comenzó a explotar los yacimientos de carbón y a utilizarlo en el tratamiento del plomo.

Mediante acuerdos o nuevas absorciones fue ampliando radio de acción, llegando a controlar minas en provincias como la de Murcia, en 1912, al absorber a Escombreras-Bleyberg.

A finales de los años ochenta la crisis del sector de plomo, la salida de su accionariado de los Rothschild y la acumulación de pérdidas llevó a la compañía al abandono de las explotaciones mineras. Finalmente la compañía fue liquidada en 1989.

 

APUNTES SOBRE LA CUENCA MINERA DEL VALLE DEL GUADIATO(Primera Parte: Introducción Geológica y Minería Histórica)Manuel Cano García. Ingeniero Técnico en Explotación de Minas. Director del MuseoHistórico de Belmez y del Territorio Minero. Ex profesor de la Escuela UniversitariaPolitécnica de Belmez. Presidente de Honor del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicosde Minas de la provincia de Córdoba.Este texto fue la comunicación de D. Manuel Cano en las I Jornadas de la Real Academiade Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes sobre Belmez celebradas en laE.Universitaria Politécnica de Belmez el 22 de noviembre de 2008.Situación GeográficaEl Guadiato es un río afluente del Guadalquivir por su margen derecha. El Valledel Guadiato, al que se hace mención en esta comunicación, se sitúa en la partealta del curso de dicho río, y es una comarca natural situada al norte de laprovincia de Córdoba que en la actualidad forma una mancomunidad política a lapertenecen municipios que tienen en común, además de su proximidad geográfica,el estar situados en la cuenca de recepción de aquél.De oeste a este, lo forman los siguientes municipios: Los Blázquez, La Granjuela,Valsequillo, Fuente Obejuna, Peñarroya-Pueblonuevo, Belmez, Villanueva delRey, Villaviciosa de Córdoba, Villaharta y Obejo .Los terrenos productivos desde el punto de vista minero ocupan una franja deunos 50 Km. de largo por unos 5 Km. de ancho.Geología de la zonaEl noroeste de Córdoba se integra dentro de la Zona Ossa-Morena en la llamada Faja de Cizalla Badajoz-Córdoba quese interpreta como el contacto cortical con la Zona Centro Ibérica (Julivert, 1972) dentro del Macizo Ibérico. Esteamplio sector cortical ha sido dividido estructuralmente en varios dominios separados entre sí por importantes fallas, endirección N130ºE, que durante la Orogenia Hercínica actuaron como una faja de cizalla transcurrente siniestral queademás de acomodar desplazamientos relativos del orden de los 200 Km., lo que implica longitudes de 4.000 Km. yprofundidades de 1.000 Km., entre los dos bloques corticales de uno y otro lado, originaron importantes sistemas defracturas que controlaban la tectónica de toda la zona y la formación de cuencas, como la Cuenca Carbonífera delGuadiato. También se desarrollaron acortamientos transversales en todo el conjunto debido a los movimientostranscurrente-transgresivos, de compresión, de todo el sistema en el postcarbonífero.Dentro de la faja de cizalla se encuentra el Eje Magmático de Villaviciosa(prolongación de la Falla de Azuaga), que se inicia con el volcanismo dela Campana-Erillas junto con depósitos vulcano sedimentarios de sulfurospolimetálicos; después, el plutonismo básico de Posadilla-Ojuelos, luegoel subvolcánico ácido de Castripicón-Cardenchosa con el microgranito dePeñas Pardas y filones de barita-fluorita, y por último el subvolcánico deDoña Rama-Alcornocal con filones de cobre-oro. Entre todas estasintrusiones hercínicas aparecen depósitos detríticos dispuestos enalargadas cuencas carboníferas.Esta estructura geológica ha hecho que en el Valle del Guadiato se hayanpodido dar multitud de minerales, aunque más de uno no haya pasado deser una curiosidad geológica, y no un recurso susceptible de explotación.MineríaSe puede definir como minería la extracción selectiva de cualquier sustancia catalogada como mineral que con o sinun tratamiento físico o químico posterior nos permita su disfrute.SIZIGIA Nº1 MAYO-2009E.U. POLITÉCNICA DE BELMEZ PÁG.5Con este concepto tan amplio y recordando la división de las edades del hombre, Paleolítico, Neolítico, Calcolítico,Bronce y Hierro, se observa que las mismas están divididas en dos grandes grupos, la edad de Piedra y la edad de losMetales. Ambas definiciones se refieren a términos puramente mineros y su clasificación muestra cómo ladenominación de dichas edades se van adaptando al uso prioritario y a la evolución que va experimentando la sociedadde aquella época. El uso de la piedra en el Paleolítico (significado etimológico del griego antigua piedra) evoca a laforma burda en que dicho material es utilizado. Estos pueblos, al ir sedentarizándose paulatinamente, utilizaban lapiedra para fabricar los utensilios que más tarde usarían en su labores agrícolas y ganaderas ya en el Neolítico(significado etimológico del griego nueva piedra). Además de la piedra para la fabricación de herramientas y armas,principalmente, por su dureza sílex y obsidiana, se comienzan a utilizar otras sustancias minerales, como arcillas, parala elaboración de cerámica, además de obtención de pigmentos de varios colores de origen mineral para la decoraciónde la misma.Esta época da paso a la de los metales propiamente dicha, comenzando con el Calcolítico o edad de Cobre. Éste es unmaterial maleable y dúctil que casi no pudo competir con los de piedra utilizados hasta la fecha, pero que dio paso a laaparición de las técnicas mineras, en la aleación de metales, y en consecuencia a la edad del Bronce (aleación de cobre yestaño). Posteriormente, y antes de llegar a la Historia, tenemos la edad del Hierro, que se correspondeaproximadamente con el momento en que la producción de hierro era la forma más sofisticada de metalurgia. La durezade este metal, su alta temperatura de fusión y la abundancia de fuentes lo convirtieron en un material mucho másdeseable y barato de obtener que el bronce, lo que contribuyó de forma decisiva a su adopción como el metal másusado.Todo lo anterior nos permite afirmar que la minería, tal cual se ha enfocado, es la profesión más antigua del hombre.Ahora sólo habrá que ver si lo expuesto se ha dado en el Valle del Guadiato. Para ello tendremos que mirar los vestigiosarqueológicos que durante la prehistoria nos han ido dejando nuestros antepasados y vemos que, efectivamente, haymuestras del Paleolítico en el Peñón de Peñarroya (con las pinturas del Abrigo de la Virgen), como también seencuentran vestigios en el término municipal de Belmez, en Peñaladrones; del Neolítico y Calcolítico tenemos muchosejemplos localizados en el actual término municipal de Belmez que han sido objeto de diferentes excavacionesarqueológicas, como las realizadas en Sierra Palacios o la de dos dólmenes de los 11 existentes: me refiero a “Casas deDon Pedro” y “Fuente el Corcho”. La excavación más exitosa fue la del mencionado en primer lugar, y en el mismo,junto con herramientas y objetos de uso doméstico decorados, se encontró una pigmentación de color roja, óxido dehierro, que seguramente utilizaban como símbolo, debido a creencias religiosas. También en el túmulo de dicho dolmense encontró un puñal de época Calcolítica, además de las grandes construcciones líticas que son dichos monumentoscon fines funerarios, a los que se puede definir como monumentos arquitectónicos,y para los que se utiliza materialminero (piedra).Todo lo expuesto nos debe llevar a la conclusión que la minería, aunque aún no como industria, sino como simplerecurso de supervivencia, ha estado presente el Valle de Guadiato desde que el mismo es habitado por el hombre.Minería histórica: minería del metalConsiderada ya la minería como una industria, las huellas y vestigios del pasado minero en nuestra zona sonabundantes. Para muchos autores los trabajos más antiguos localizados en el Valle del Guadiato se remontan al tercermilenio a.C., en Cerro Muriano, tratándose de la explotación de una serie de filones cupríferos realizada por lostartesios. Son los tartesios el primer pueblo que explota el subsuelo andaluz; de ellos se conocen también algunasexplotaciones localizadas al sur de Belmez. La finalización del imperio de los tartesios con el asedio y destrucción de sucapital, Tartesos, por los cartagineses entre los años 520 y 509 a.C. cambia el signo minero de Iberia que, a partir deentonces y durante siglos, conllevará de forma permanente una connotación de carácter belicista.A la llegada de los cartagineses la minería sufre una recesión que tardaría más de 500 años en ser superada.SIZIGIA Nº1 MAYO-2009E.U. POLITÉCNICA DE BELMEZ PÁG.6Con la caída de Cartago-Nova a manos de Escipión en el año 209 a.C. Roma se hizo dueña de forma progresiva de losterritorios del sur de la Península, cuyas minas comenzó a trabajar con gran intensidad, retomando explotaciones decivilizaciones anteriores e investigando nuevos yacimientos minerales.La romanización trajo consigo el florecimiento de la industria minera, a la que aplicaron singulares tecnologías dearranque y profundización, investigando todos los rincones del país en busca de nuevos yacimientos. También fueronlos primeros que dan una solución al desagüe en las minas, mediante hasta ocho ruedas de cangilones, de cuatro a cincometros de diámetro y escalonadas entre desniveles de treinta metros con las que obtenían un rendimiento de tres a cincometros cúbicos por hora.La primera legislación conocida en materia de minería se debe a esta época, y muchos de los conceptos en ellacontemplados, y la filosofía en la realización de la ley, se han mantenido a lo largo del tiempo. Por ejemplo, que elpropietario del subsuelo es el Estado, en aquel momento la República —luego el Imperio—; se pagan unos derechos porparte del explotador a estas instituciones, de alguna forma equivalentes al canon que anualmente paga el dueño de unaconcesión minera, concesión que es temporal y de la que nunca es propietario el explotador.Uno de los mayores promotores mineros fue Sextus Marius, dueño de las minas de oro, plata y cobre de Sierra Morenay Cerro Muriano. Posiblemente a él se deba el nombre de Sierra Morena y del municipio de Cerro Muriano.Entre las minas de Sierra Morena explotadas en este tiempo se puede destacar la mina de la Gata en el términomunicipal de Belmez, que explotaba mineral de plomo y que disponía de hornos de fundición a pie de mina; también, lamina de la Loba, en el término municipal de Fuente Obejuna. Esta mina, que ha sido objeto de investigaciónarqueológica por parte de las Universidades de Toulouse, Complutense de Madrid y Universidad de Córdoba (E.U.I.T.Minera) durante los años 1978 a 1981, se encuentra situada en el Cerro de Los Castillejos, asiento de nuestrospredecesores durante el Calcolítico, que la explotaron con los medios al uso en esa época. Se trata de tres filones desulfuros complejos situados en una riolita, siendo el filón nº 1 el de mayor entidad y en el que se explotan diferentesminerales de cobre.Después de ser explotada también por los romanos, entre las dos guerras fue objeto de la concesión minera denominadaPelayo, que en la actualidad está caducada.En cuanto a Cerro Muriano, donde la actividad metalúrgica está constatada desde la Prehistoria; Siete Cuevas, situado aunos 1.400 m. al norte de la población, es un filón explotado durante las épocas prerromana y romana. Sobre el terrenoes fácil apreciar las grandes aureolas con restos de malaquita, azurita y cuarzo, así como las bocas de entrada a lasminas.Como en todas la épocas, la minería propició las comunicaciones entre los centros de producción y de consumo: así, porel Valle del Guadiato, pasaba la calzada que unía Córdoba (Betica) con Mérida (Emerita Augusta) y en esta calzada, yaun sin poder con rigor señalar su ubicación, se encontraba Mellaria, ciudad romana que era el centro neurálgico y decontrol minero en esta zona.Por tanto, el origen de las actividades minero-metalúrgicas en esta zona ha de buscarse en el Calcolítico, lo queimplicaría una secuencia de más de 5.000 años de tradición minera que se rompe en 1919, como veremos más adelante.A partir del siglo III las incursiones germanas al norte de la península y de los beréberes al sur entorpecieron laactividad minera, que inicia una larga etapa de languidez hasta su práctica extinción.No obstante, es innegable la existencia en el periodo de civilización musulmana de una depurada técnica de extracciónminera y de elaboración de productos en lo que se refiere al sector de materiales de construcción y rocas ornamentales;pruebas inequívocas de ello están bien patentes en los majestuosos y monumentales testimonios arquitectónicosdistribuidos con profusión por toda la geografía de Andalucía.En referencia a la España Cristiana, en el siglo XIII, las Reales Disposiciones justifican no sólo la existencia de laactividad minera, sino su riqueza y diversidad de metales, y en alguna disposición, Fernando IV hace la mercedespecífica de conceder las minas de Sanlúcar de Barrameda a Alonso Pérez de Guzmán “El Bueno” por su defensa deTarifa.Durante la segunda mitad del siglo XVI el régimen legal minero siguió determinado por la concesión de grandesdominios geográficos. De esta época no existen prácticamente noticias sobre una auténtica actividad minera, aunque lasconcesiones y mercedes otorgadas indican un interés por la zona de Sierra Morena, donde sin duda debieron existir.En 1559 la Primera Gobernadora, Doña Juana, en ausencia de su hermano Felipe II, promulgó en Valladolid unaPragmática declarando todas las concesiones caducadas, salvo algunas excepciones, a la vez que establecía las mismasen el Registro General de Minas.En efecto, estas disposiciones pronto se dejan sentir, y el interés de la Corona se materializó en la solicitud de grannúmero de registros mineros. En 1584 se promulgaron las Ordenanzas de Felipe II, que rigieron durante los siguientesdoscientos cuarenta y un años; en estas disposiciones se vuelve a dar el mismo tratamiento a los extranjeros que a losdel reino y también se tipifican los impuestos.En el Registro General de Minas de la Corona de Castilla, al que se aludió en párrafos anteriores, se encuentra laconcesión de varias minas en el Valle del Guadiato, siendo algunas de ellas continuación de explotaciones conocidas yaen el Calcolítico y trabajadas posteriormente por los romanos. Varios ejemplos de las mismas son los siguientes:SIZIGIA Nº1 MAYO-2009E.U. POLITÉCNICA DE BELMEZ PÁG.7Belmez. En 24 de octubre de 1564. Ante los oficiales de S.M. en las minas de Guadalcanal, Juan Mollinero, alemán,registró en el término de Belmez, partido de Jaén1, un escorial en la parte que decían Sierra de la Gata.En 4 de mayo de 1575, ante los mismos oficiales, Martín Sánchez Membrillera, el mozo, por sí y en nombre de otros susconsortes, registró una mina de cualquier metal que fuese en el término de esa villa de Belmez, en el pago llamadoCortijo del Hoyo, en una viña de Mari Hernández Castilleja.Fuenteovejuna. El 10 de agosto de 1563, ante el referido oficial Francisco Gómez de Cabañas registró por sí y ennombre de Catalina González, la Valverda, y de Jerónimo de Roa, las minas siguientes en el término de Fuenteovejuna,provincia de Córdoba, a saber: la vena llamada el Saucejo que era de los tres susodichos; y otra vena de metal deplata en el término de dicha villa; y en nombre de Pedro Fernández de la Torre, registró otra vena vieja en la parte delSaucejo ácia arriba.En 2 de junio de 1565, ante los dichos oficiales, Alonso Gómez registró una mina de plomo y plata en el término de lavilla de Fuenteovejuna, a do dicen el Cañuelo, bajo del majuelo del bachiller Ríos, vicario, a la senda que sale alcortijo de la Cardenchosa, a la solana de Cerro Pedernal por la tierra que tenían sembrada Pedro Sánchez y PedroAlonso Calvo.Este pequeño ejemplo de concesiones, registradas en una fecha determinada del siglo XVI, estuvieron basadas en loscambios que en ese momento sufrió la legislación de Minas con objeto de dar más auge al sector. En fechas posteriores,estos registros, con otros nombres, han sido objeto de explotación.Minería Histórica: minería del carbónLa existencia del carbón en el Valle del Guadiato, es conocida desde los comienzos de la Historia. Estrabón, geógrafo ehistoriador griego, que vivió desde año 63 a.C. hasta el 19, en su obra Geografía, en el volumen dedicado a Iberia, hablade “las piedras que arden en la Lusitania” (al estar el Valle del Guadiato en el límite entre la Bética y la Lusitania, no esextraña esa confusión); posteriormente, en la Edad Media, varios viajeros dan cuenta de que “las gentes de SierraMorena se calentaban y cocinaban con piedras que ardían”. Está claro que ambas alusiones se refieren al carbón, con locual se colocan en fechas muy distantes en el tiempo el conocimiento del carbón y su uso en plan doméstico.La determinación de la fecha inicial en la historia de una actividad dentro del territorio de un país constituye siempreuna cuestión enojosa, aparte de poco relevante. En España se conoce la repetición de intentos que daban como resultadoel arranque de algunas toneladas de carbón en afloramientos superficiales al menos desde el siglo XVI; en general, estosprimeros intentos de los que hablan las fuentes carecieron de continuidad, e incluso fueron olvidados con el tiempo. Sihubiese que fijar una fecha para el inicio de la minería carbonera en España deberíamos hablar de los años 1769 – 1771,en los cuales comenzó simultáneamente una explotación que sería continua en varias cuencas carboníferas.A medida que avanza el siglo XVIII, los combustibles tradicionales, que eran la madera y su derivado, el carbónvegetal, se convertían en bienes cada vez más escasos y, por tanto, más caros. Las fábricas creadas en esta época para laproducción de bienes que necesitaban de procesos intensivos en calor tuvieron que buscar su localización al lado de lasmasas forestales que quedaban dentro del país, con la consiguiente paulatina desaparición de éstas.Entre los obstáculos que se oponían al desarrollo de la minería del carbón estaba la adopción del mismo para lasmanufacturas tradicionales, algo que no resultó fácil. También interviene con gran peso la dificultad del transporte deesta nueva energía a los puntos de consumo, por lo cual todas las cuencas emergentes en esta época —Asturias,Villanueva del Río (Sevilla) y la cuenca del Guadiato— tienen historias paralelas: el desarrollo de las explotaciones y lacreación de infraestructuras para su transporte, siendo en este sentido la más desfavorecida esta cuenca, al ser la másinterior de las tres.Las dos industrias que primeramente apostaron por este nuevo combustible fueron la fundición y las que utilizabanmotores de vapor. En definitiva, desde 1770 existe una demanda de carbón mineral, ya usado con grandes beneficios yrendimientos en otros países de Europa, y las perspectivas eran de un crecimiento de esa demanda en los años siguientesa esa fecha.El actual Inventario de recursos de carbón, editado en 1979 por el Centro de Estudios de la Energía del Ministerio deIndustria, reconoce cincuenta y dos cuencas de carbón en España, de las cuales casi la mitad ya eran conocidas al finaldel siglo XVIII. En el norte de Córdoba se reconocían tres: las de Valdeinfierno, Couce-Benajarafe y Guadiato.En este primer momento, el carbón, dentro de la ley de mina existente, es tratado como un recurso similar a los decantería, siendo explotado por multitud de pequeños propietarios en terrenos de su propiedad. En Villanueva del Río,entre los años 1768 y 1770, se registró un repentino interés que dio lugar a cuatro solicitudes, recayendo la primeraconcesión de carbón con fecha 17 de octubre de 1771 en una compañía de Sevilla que respondía a la razón social deAntonio Aguirre, Juan de Villanueva Picó y compañía. Estas dos distintas formas de explotación también marcan unadiferencia en la modalidad de competencia: por una parte, en Asturias, al ser muchos ofertantes y un solo comprador, laMarina de Guerra, la competencia hizo que el precio del producto cubriese estrictamente el jornal de esos ofertantes,pequeños sacadores independientes. Sin embargo, en Villanueva del Río existía una única empresa minera, aunqueenfrentada a la competencia del combustible tradicional y, en época de paz, a la del carbón inglés.1 En este tiempo y debido a una permuta, relacionada con la Orden de Calatrava, Belmez pertenecía al partido judicial de Jaén.SIZIGIA Nº1 MAYO-2009E.U. POLITÉCNICA DE BELMEZ PÁG.8En la Cuenca del Guadiato se comienza con una atomización de pequeños productores, que con el tiempo se vanuniendo, terminando en un monopolio en la época de la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya. Este monopolio,en su momento, dará lugar a la intervención estatal mediante la Empresa Nacional Carbonífera del Sur, y a su posteriorcompra y privatización por Endesa S.A.Los primeros hallazgos no fueron fruto de la casualidad: en Almadén necesitaban, por las razones antes aludidas,disponer para el tratamiento del azogue, así como para combustible de las máquinas a vapor de las bombas de desagüe(una de las primeras máquinas utilizadas en España, construida por Boulton & Watt), la utilización de carbón mineral.Para buscar una solución se encargó a don Francisco Carlos de la Garza su búsqueda en las proximidades de Almadén.De la Garza, formado en la primera promoción de la recién creada en Almadén Escuela de Ingenieros de Minas y quehabía viajado por varios países de Europa donde se explotaba este mineral, era la persona idónea para esta tarea, comodemostró encontrándolo el 15 de mayo de 1788, al descubrir algunas vetas en las proximidades de Espiel, de las que setomaron muestras con las que se experimentó, obteniendo resultados satisfactorios. A continuación expongo lapresentación literal del estudio realizado, que por parte de don Francisco Carlos de la Garza se hace al Excmo. Sr. Vrey.Don Antonio Valdez y Bazán:Al Excmo. Señor.Vrey Don Antonio Valdes, y Bazan, del Consejo de Estado de S.M. su Secretario de Estado y del despachoUnibersal de Marina y encargado de la Guerra y Hacienda de Indias, y superintendente Gral. De Azogues yMinas de aquellos Reinos.Excmo. Señor.La Justicia con que debo poner a los pies de V.E. este breve escrito, me anima a gloriarme de que huye esteobsequio, cuantas violencias suelen acompañar a muchos impropias dedicatorias; pues en muchas formas que seadoren con hermosos filetes de veneración, como carecen de la mayor legitimidad fácilmente se advierte quebastardea la pintura. Mi empleo mi vincula al mas exacto cumplimiento del Real Servicio. La Superioridad de V.Ecx a. me llama al mayor respeto a su Persona y a la Comisión q. me honro con mandarme a asistir alreconocimiento y descubrimiento de las Minas de Carbón de estas inmediaciones, me conduce debidamente amanifestar a V. Ecx a. mis observaciones en estos descubrimientos con la colección de doctrinas y experimentos queevidencia de inocente a este mineral, y preferible a los comunes combustibles, por el mayor beneficio a la sociedadhumana, y conservación de los montes ¿Que mordacidad podrá imputar afectación, fingimiento ó vanidad a tangenuinos motivos para rigurosamente rendirse a su Gefe un celoso Dependente?Aun guando quisieran pretentarse en este ofrecimiento intereses de mi propio honor para deslucirle, resaltarásiempre en la acción un legitimo movimiento de mi espiritu acia V. Ecx a. pues guando V. Ecx a. me tiene tanfavorecido faltara mi aplicación a la ley de gratitud, si con este rendimiento no hiciera ostentación debida de laestimación de su indulgencia.Dignese V. Ecx a. admitir esta corta explicación de mi cuidadoso estudio, para tener la nueva satisfación deconocerme mas obligado a V. Ecx a. cuya vida Gue. Dios ms, as.Almaden 24 de Mayo de 1789Ecmo. SeñorB. L. M. de V. Exa .Juan Carlos de la GarzaSIZIGIA Nº1 MAYO-2009E





La hora del indulto para nuestro patrimonio industrial

J. Carlos Sanz
El Terri contó con un sistema mecánico de transporte de vagonetas
 

El Terri contó con un sistema mecánico de transporte de vagonetas

Estado en el que se conserva la central termoeléctrica de Peñarroya
 

Estado en el que se conserva la central termoeléctrica de Peñarroya

Cuando en marzo de 2003, profesionales de diversas disciplinas como la Historia del Arte, el Turismo, la Geología, la Arquitectura y la Geografía, participaron en un curso sobre la Defensa, Conservación y Uso del Patrimonio Industrial, que se celebró en el CEU de Puertollano, ya advirtieron que en el municipio tenía que fermentar un proyecto de gran envergadura donde la conservación, dinamización y reconversión del patrimonio industrial existente actuará como piedra filosofal para convertir a Puertollano en un motor de difusión y desarrollo en esta materia.

Entonces, en la mente de todos estaba la idea de materializar un espacio museístico vinculado a las actividades mineras así como la activación de medidas encaminadas a la recuperación y preservación del patrimonio industrial. El Ayuntamiento inició una serie de negociaciones con empresas, caso de ENCASUR, con afán de recuperar elementos singulares de la minería de interior (locomotoras, vagones, rozadoras de interior, volcadores de vagones, etc.) o la preservación de elementos vinculados a la actividad minera a cielo abierto (excavadoras y maquinaria de taller).

Incluso se recuperaron algunos castilletes emblemáticos como el "Pozo Norte" o "Santa María" pero en el imaginario colectivo de los ciudadanos gravitaba lo siguiente: ¿Y qué pasa con los Talleres Calatrava? En Puertollano, debido a la falta de interés, de una inadecuada conciencia política sobre el tema o bien porque existían otras prioridades en la gestión del gobierno municipal, no se ha podido evitar el deterioro o desaparición de buena parte de su patrimonio industrial. Es el caso de los edificios que componían la Fundición La Paz o la Sociedad Eléctrica de Puertollano. De igual forma cuando la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (SMMP) desaparece, vende gran parte de sus propiedades que pasan a manos de particulares. El ejemplo más significativo lo tenemos con los "Talleres Calatrava" donde se procedía a la destilación de pizarra bituminosa.

Durante décadas las edificaciones de este entorno han sufrido un proceso de languidecimiento; quién no ha pasado por la carretera Córdoba y al echar un vistazo al margen derecho ha contemplado la degradación paulatina de estas infraestructuras, sometidas a un cautiverio indefinido debido a que en su día, el gobierno municipal de turno no estuvo fino para poseer la titularidad pública de unos terrenos que cayeron en manos de empresarios avispados. Desde un plano metafórico, el abandono tanto de los Talleres Calatrava como de la escombrera del Terri venían a encarnar el lastre del pasado, en concreto la crisis vírica que infectó a la ciudad cuando se produjo el cierre de las explotaciones mineras. Esa joroba urbana que es el Terri, o la imagen presidiaria que se desprendía de los Talleres Calatrava, simbolizaba el estancamiento socioeconómico de la ciudad.

 

El Terri, una escombrera repleta de historia

 

Cadáveres arquitectónicos y geológicos que ahora resucitan gracias al ambicioso proyecto de recuperación de estas zonas que por fin comienza y que tanto ha costado concretar. "Es el gran reto para la conservación del Patrimonio Industrial de Puertollano", señalaba en aquel marzo de 2003, el que fuera portavoz del Equipo de Gobierno, Luis Pizarro.

Recuerdo a un profesor de Antropología Urbana quien dijo una vez que "las ruinas dan que pensar"; es obvio que el Terri y la Central Termoeléctrica de Peñarroya no se encuentran en estado ruinoso pero sí estaban criando malvas. Y la verdad, al mirar ambos elementos dan que pensar. Vinculados a una sociedad, a un periodo histórico, el Terri y la Central Termoeléctrica fueron testigos del devenir industrial de aquellos años. El paso de tiempo ha sido como un pícaro taxidermista con los dos elementos que ahora serán reconvertidos.

Luis Fernando Ramírez, historiador local y autor de "Historia de la minería en Puertollano" prefiere abordar la génesis y evolución de ambos elementos desde una perspectiva social. Asegura que pese a su tamaño y popularidad, el Terri no ha sido la única escombrera de la cuenca minera de Puertollano; "la mayoría de las explotaciones mineras, en su labor de extracción y clasificación del carbón, contaron con escombreras donde depositar las impurezas del mineral". La calidad del carbón extraído de Puertollano dejaba mucho que desear, "demasiadas impurezas", incide Ramírez lo que quizás fue un detonante para el descomunal tamaño que adquirió el Terri.

Surgido en plena Primera Guerra Mundial, unos años en los que Puertollano atravesó un auge económico sin parangón además de duplicar su población hasta los 20.000 habitantes, la escombrera creció al amparo de la frenética actividad industrial que desarrolló la SMMP (Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya), "la que mejor tratamiento daba al carbón en comparación con otras sociedades mineras de Puertollano", puntualiza Ramírez.

Y si la escombrera adquirió tales dimensiones fue debido a un sistema mecanizado por el que las vagonetas, cargadas de escoria, partían desde una estación situada en el apartadero Calatrava y de ahí, mediante una especie de funicular, realizaban un recorrido hasta que alcanzaban el cenit del Terri, momento en el que las vagonetas abrían sus compuertas y volcaban los residuos. "Así llegó a alcanzar los más de 70 metros de altura que tiene", asegura Ramírez.

Popularmente conocido por "Terri", a la montaña de escoria se la llamó así por influencia foránea. Según Ramírez, se trata de un anglicismo que viene a significar terraplén y que fue acuñado por "ingenieros extranjeros que explotaban muchas minas de Puertollano". Como una suerte de monstruo geológico, el Terri fue engullendo escoria hasta mediados de los 60 cuando Peñarroya echó el cerrojo definitivo.

Aunque ha llovido, aún es posible en ciertos días apreciar cómo desde la cúspide del Terri emanan fumarolas humeantes lo que da una idea de que por dentro el carbón residual sigue activo. Además si uno se atreve a subir, cosa que en una ocasión hizo un servidor, el olor a huevos podridos es notorio.

 

La paradójica relación del Terri con la ciudadanía

 

El crecimiento poblacional que experimenta la ciudad al albur del boom minero se dejó notar en el propio Terri. Luis Fernando Ramírez recuerda casos de familias que ante la escasez de recursos económicos deciden utilizar el material de la escombrera para edificar los muros de viviendas rudimentarias. Claro que hablar de expolio sería pasarse tres pueblos pero lo cierto, si nos atenemos a las afirmaciones de Ramírez, es que "en un lado de la escombrera se puede apreciar un bocado. Algunos emplearon restos del Terri para levantar casas y otros los vendían como carbonilla". Como cabría pensar la calidad y consistencia de un material residual deja mucho que desear pero algunos se las ingeniaban para aglutinarlo con cal "que tampoco ofrecía muchas garantías".

No hay que olvidar que al tratarse de una montaña de escoria, existía un riesgo evidente de toxicidad. Según Ramírez Madrid hubo varias muertes de personas por inhalación de los vapores que desprendía el Terri; "sucedió durante la Primera Guerra Mundial en plena gestación de la escombrera. Se crecía de una manera tan disparatada que los mineros levantaban casas en cualquier sitio y con materiales poco adecuados". Hay constancia de varias muertes por asfixia y como dato curioso, sacado a la palestra en esta conversación con Ramírez, hubo fallecimientos de pajareros que instalaban sus trampas alrededor del Terri. "Fueron muertes por ignorancia, se desconocían los riesgos de inhalar los vapores. Estamos hablando de hace 90 años y pese a que el Terri contaba con un vigilante, el recinto no estaba acotado ni se impedía el acceso".

Históricamente la ciudadanía ha tenido una percepción un tanto prejuiciosa de la escombrera. "Siempre se ha visto como un bulto en la morfología urbana, no había una conciencia de preservación ni nada parecido", destaca Ramírez. Durante algún tiempo los gobernantes de los designios municipales pensaron en eliminarlo; tal y como revela Ramírez "a principios de los 70 circuló un proyecto para quitar el Terri pero no llegó a materializarse". Ahora que el actual Equipo de Gobierno ha dado luz verde para la recuperación de la escombrera, Ramírez se posiciona a favor de mantener este elemento patrimonial "y si de paso se embellece, mejor que mejor".

 

Talleres Calatrava: fin de un agravio

 

La Central Termoeléctrica de Peñarroya, futuro pabellón de congresos y exposiciones, siempre se ha visto desde la óptica conservacionista como una reliquia del patrimonio industrial; de ahí que la demanda para su restauración haya sido insistente "pero no sólo por parte de los historiadores, creo que todos los habitantes de Puertollano vinculados a la minería tienen respeto por el patrimonio industrial", asegura Ramírez quien a lo largo de su trabajo de investigación que llevó a cabo para elaborar su "Historia de la minería en Puertollano" comprobó que las mayoría de sus fuentes consultadas se mostraban partidarias de la conservación del tejido patrimonial "en una ciudad donde no hemos sido capaces de conservar elementos urbanos emblemáticos como el Casino o el Gran Teatro. Un gobernante tiene que pensar en la preservación del patrimonio y lo cierto es que en los 60 desaparecieron muchas cosas", sentencia con tinte desconcertante Ramírez.

En referencia al apartadero Calatrava, donde se ubica la Central de Peñarroya, en dos ocasiones se ha solicitado a la Junta de Comunidades la declaración del entorno como Bien de Interés Cultural, sin que hasta ahora haya habido algún dictamen. Esther Almarcha, Directora del Departamento de Historia del Arte de la UCLM, pone el dedo en la llaga al afirmar que existe una lentitud administrativa a la hora de canalizar expedientes de declaración de Bien de Interés Cultural "porque no existe en nuestra región un marco legal sólido para la protección del Patrimonio Industrial. De hecho en Castilla-La Mancha ningún elemento industrial está declarado Bien de Interés Cultural". Almarcha considera que la situación puede mejorar desde la puesta en marcha del Plan Nacional de Conservación de Patrimonio Industrial.

Entre el desdén normativo y la nula conciencia de preservación de los anteriores gobiernos municipales, el panorama para recuperar el apartadero Calatrava era sombrío. Fiel a su vertiente de vincular sociedad y devenir histórico, Luis Fernando Ramírez incide en que la causa hay que buscarla en la enorme crisis socioeconómica que se cierne en Puertollano tras el cierre de las minas. "Un problema de órdago que hasta hoy no se ha superado. De manera fulminante 5.000 personas se quedan sin empleo, muchos se ven obligados a marcharse y la ciudad entra en un proceso de decadencia". Una tesitura de crisis con la que tuvo que cargar la primera corporación democrática de Puertollano, allá por 1979, cuya prioridad era mejorar las infraestructuras básicas de un municipio "necesitado de servicios y de pavimentación de sus calles. Ramón Fernández Espinosa tuvo que acometer una empresa ardua, además el presupuesto municipal era pírrico". Tal caudal de problemas que soterró cualquier iniciativa por recuperar los Talleres Calatrava. Peñarroya tenía que quitarse el marrón de encima y empresarios particulares se hicieron con el entorno a precio de risa.

¿No se podía haber conseguido antes una titularidad pública de estos terrenos? "No era fácil, primero había que materializar la idea y tener posibilidades de llevarla a cabo. Las distintas corporaciones no gestionaron adecuadamente este problema, la conservación del patrimonio", destaca Ramírez. El caso es que hasta hace poco no ha habido un afán por adquirir instalaciones y elementos de un patrimonio industrial diezmado por la degradación y la venta indiscriminada por parte de particulares. "Tenemos lo que tenemos porque nuestros predecesores no se lo han montado bien. El Museo de la Minería, por ejemplo, podría tener una colección patrimonial más rica", asegura Ramírez.

Lo cierto es que "agua pasada no mueve molino" y dado que a medio plazo el Terri y la Central Termoeléctrica de Peñarroya recuperarán su esplendor perdido, constituyendo la avanzadilla de esta apuesta por reconvertir y hacer visitable el escaso patrimonio industrial de la ciudad, Ramírez piensa que conservar sin más "no es rentable para un gobierno municipal. Es necesario darle un uso a ese patrimonio, ya sea como parte de un recorrido museístico o bien para albergar otro tipo de actividades". Si encima, como ocurrirá con la Central de Peñarroya, ese patrimonio se transforma en icono arquitectónico de esta proyección de futuro que se vislumbra en Puertollano, acogiendo eventos y exposiciones de gran relieve, ya nos estamos poniendo a la altura de ciudades europeas de raigambre industrial y que vieron en la reconversión del patrimonio industrial una veta para consolidar su desarrollo.

Comparte esta noticia...